Curso de manicure y pedicure ofrece alternativa para generar ingresos a personas refugiadas y migrantes procedentes de Venezuela en Manaos
Curso de manicure y pedicure ofrece alternativa para generar ingresos a personas refugiadas y migrantes procedentes de Venezuela en Manaos
¿Cómo se dice “rojo” o “amarillo” en portugués? Aprender colores y tintas en un nuevo idioma, además de técnicas básicas y avanzadas de manicure y pedicure: esta ha sido la nueva rutina de 25 venezolanas habitantes del barrio de Coroado, en la zona este de Manaos.
La colaboración de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) con el Centro de Educación Tecnológica del Amazonas (CETAM) promovió en los meses de octubre y noviembre un curso de formación profesional para mujeres refugiadas y migrantes que viven en el barrio, con objeto de generar ingresos y facilitar su integración local, económica y social.
El proyecto cuenta con el apoyo financiero de la Unión Europea a través del Instrumento en Pro de la Estabilidad y la Paz (IcSP, por sus siglas en inglés), que viene ayudando a reforzar la respuesta a las personas venezolanas en la región norte de Brasil.
Las clases tuvieron lugar en la Escuela Estatal Deputado Josué Cláudio de Souza y fueron impartidas por la venezolana Jennifer Olaizola, de 35 años, que lleva más de 18 desempeñándose como esteticista, empresaria y propietaria de un salón de belleza en la ciudad de Maracay (Venezuela). Hace un año que llegó a Manaos. La cooperación entre ACNUR y CETAM hizo posible que se convirtiera en la primera profesora refugiada de un curso de cualificación profesional en la ciudad.
“Siempre he trabajado con manicures y pedicures en distintos salones de belleza en Venezuela. Decidí montar mi propio salón allá, pero por desgracia las cosas no salieron como debían. Entonces tuve que tomar la decisión de trasladarme junto con mi familia a Brasil. En enero me contrataron en un salón que me abrió las puertas. Más tarde, llegó esta nueva oportunidad en el CETAM que acepté para poder ayudar a otras personas a recibir una formación como la que yo tuve”, comenta Jennifer.
Las clases abarcan desde prácticas básicas de higiene y manejo correcto de los instrumentos hasta técnicas más avanzadas que pueden marcar la diferencia en el mercado laboral. Jennifer se vale de su experiencia como refugiada no solo para presentar las mejores prácticas en la profesión, sino también para repasar trucos con el idioma y métodos de atención diferenciada para las alumnas.
“Contar con este conocimiento va a resultar fundamental para las alumnas, ya que sin duda les permitirá encontrar oportunidades porque la demanda es muy alta. Se están esforzando mucho, prestan atención en todo momento, preguntan, ya han aprendido a manejar bien pies y manos y están siempre dispuestas a aprender cosas distintas. Tener un carácter creativo es una ventaja”, resalta.
Se trata de enseñanzas muy relevantes para alumnas como Odris Carolina Tocuyo, de 30 años, que en agosto de este año viajó en autobús durante siete días para llegar a Manaos desde la ciudad de Sucre. Ingeniera industrial de formación, vio en este curso una oportunidad que puede convertirse en una fuente principal de ingresos en Brasil.
“Fue una oportunidad que surgió de forma más o menos inesperada. Las clases ya habían empezado cuando un amigo me habló del curso; vine a la escuela a pedir más información y la profesora Jennifer me acogió con los brazos abiertos. Poco a poco fui aprendiendo más y cogiéndole el gusto a este trabajo. Lo mejor que me llevo son las amistades que hice y que durarán para siempre”, comenta Odris con una sonrisa.
Incluso antes de terminar el curso, Odris ya había conseguido un empleo cerca de casa, lo que le permite ayudar en el cuidado de la familia.
“¡Hoy tengo trabajo en un salón cerca de mi casa! No me puedo creer que haya sucedido tan rápido. Estoy muy agradecida por todo lo que el curso me ofreció y por esta oportunidad de ganar un dinero con el que mantener a mi familia y estar más cerca de ellos”, concluye.
Fortalecimiento de la respuesta
La colaboración entre ACNUR y CETAM forma parte de la estrategia de fortalecimiento de la respuesta a las personas venezolanas en la región norte de Brasil y de promoción de la protección a las poblaciones en situación de mayor vulnerabilidad.
Según la Policía Federal, se encuentran en el país cerca de 212.000 personas venezolanas, de las cuales 115.000 son solicitantes de asilo y 97.000, residentes temporales. Según estimaciones de Naciones Unidas, casi cuatro millones y medio de personas venezolanas han abandonado su país.
“El principal objetivo del trabajo de ACNUR es garantizar la debida protección y oportunidades para personas refugiadas, solicitantes de asilo, apátridas y personas que hayan tenido que abandonar su país por la fuerza. El propósito es garantizar que estas personas tengan acceso a sus derechos básicos en las mismas condiciones que cualquier otra persona en Brasil, sea nacional o extranjera. Esto incluye la promoción de oportunidades de empleo e integración local, estimulando la convivencia pacífica entre personas refugiadas y la comunidad local. El impacto de este curso se enmarca en esta estrategia”, subraya Catalina Sampaio, jefa de la oficina de ACNUR en Manaos.