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Los refugiados centroafricanos llegan a Chad sin recursos pero con iniciativas y habilidades

Historias

Los refugiados centroafricanos llegan a Chad sin recursos pero con iniciativas y habilidades

Muchos de los 8.000 que han huido al sur del Chad desde enero de 2013 tienen habilidades que los ayudarán a ellos y a otros refugiados a recuperar su independencia.
11 April 2014
Asia ha utilizado sus habilidades culinarias para establecer un pequeño negocio que le ofrece ingresos suficientes para mantener a su familia y dar empleo a una amiga. ACNUR está trabajando para que los refugiados centroafricanos que llegan a Chad puedan ser autosuficientes.

GORÉ, Chad, 11 de abril de 2014 (ACNUR) – Asia* y su familia no tuvieron tiempo de coger sus pertenencias cuando huyeron de la República Centroafricana. "Tuve que gastar la mayor parte de mi dinero en efectivo, unos 20 dólares, para llegar a Chad. No teníamos nada cuando llegamos, y tenía que alimentar a mis hijos", explica Asia.

Desde comienzos de 2013, se estima que 23.000 refugiados de la República Centroafricana han huido y cruzado la frontera hacia el sur de Chad a causa de la violencia y los abuso de los derechos humanos que se están produciendo en su país.

Al llegar a la frontera, traumatizados por la violencia de la que huyeron y con casi nada en sus manos, la mayoría de los centroafricanos eligen ser reubicados, con ayuda de ACNUR, en un campamento para refugiados. Allí reciben comida y asistencia con artículos básicos para el hogar y tienen acceso al agua potable, alojamiento, educación y salud.

Asia, de 48 años, es de Paoua y llegó a Chad en abril de 2013. "Cuando huimos, no tenía idea de a dónde estaba yendo", declara. "Sólo seguí a mis parientes hacia los arbustos".

Asia y sus cuatro hijos lograron llegar a Chad, pero su esposo, un camionero, fue asesinado por los milicianos durante la huida. "Los rebeldes vinieron y destruyeron todo. Robaron, mataron e incendiaron. Nadie sabía lo que querían".

Con poco en su haber y con la necesidad de cuidar a sus hijos, Asia invirtió su último dinero en ingredientes para unas tortas. En el mercado principal del campamento de Dosseye, Asia, que viste una falda colorida y un pañuelo en la cabeza, exhibe cuidadosamente las galettes (dulces) caseras, perfectamente doradas, en su nuevo puesto.

"Obtuve una pequeña ganancia de la primera tanda de galettes y pedí prestado un poco más de dinero para también poder cocinar bouillie (una avena local con maní) y boule con salsa", explica Asia sonriendo. Sus productos tuvieron éxito.

Actualmente, Asia no sólo ha pagado su deuda, sino que también obtiene ingresos para mantener a su familia y poder enviar a sus hijos a la escuela y comprarles otras cosas que necesitan.

ACNUR registró alrededor de 15.000 refugiados provenientes de la República Centroafricana en 2013 y otros 8.000 en los primeros tres meses de 2014, lo que ha elevado la cifra total de refugiados centroafricanos en Chad a 90.000 personas. En su mayoría son mujeres y niños, muchos traumatizados por la violencia de la que escaparon.

En Chad, ACNUR ha cambiado su estrategia para concentrarse en la promoción de la autosuficiencia y los medios de vida de los refugiados. Las actividades incluyen programas de generación de ingresos, microcréditos, capacitación vocacional y fortalecimiento institucional para la administración y mantenimiento de servicios.

El comercio con las comunidades locales no sólo ayuda a los refugiados a ganar independencia económica, sino que también ayuda a establecer la confianza y contribuye a la coexistencia pacífica entre diversos grupos como pastores y agricultores.

ACNUR espera utilizar la experiencia y pericia de refugiados como Asia para ayudar a otros a rehacer sus vidas, obtener estabilidad socioeconómica y volver a la normalidad. Esto también preparará a los refugiados para cuando regresen a sus hogares.

"Los otros refugiados valoran mucho lo que hago", afirma Asia. Contrató a su vecina, procedente de su mismo pueblo, Paoua, para que la ayude y le paga un porcentaje de las ventas del día.

Con este pequeño comercio, Asia puede pagar el alquiler y la educación de sus hijos y espera ganar lo suficiente para expandir el negocio. Con una gran sonrisa, Asia dice que incluso podría abrir un restaurante como el que tuvo que dejar atrás en la República Centroafricana.

"Mi consejo para otros refugiados es que no se queden sentados de brazos cruzados, sino que recompongan la compostura y hagan algo para mejorar sus vidas", aconseja Asia.

*Nombre modificado por razones de protección.

Por M. Farman-Farmaian en el campamento de Dosseye, Chad