Refugiado propietario de restaurante, aliviado tras obtener ciudadanía estonia
Refugiado propietario de restaurante, aliviado tras obtener ciudadanía estonia
TALLIN, Estonia, 11 de mayo de 2015 (ACNUR) – La primera vez que Karwan estuvo en Estonia fue en 2003, huyendo de la región del Kurdistán iraquí, cuando Saddam Hussein era presidente de Iraq. Su destino era Finlandia, donde tenía familia cercana. Pero le negaron la entrada a ese país y los oficiales de inmigración lo devolvieron a Estonia.
Allí la bienvenida no fue calurosa. En la frontera lo esposaron y lo llevaron a un centro de detención, donde permaneció seis meses. Pero después de serle concedido el estatuto de protección subsidiaria en Estonia, decidió intentar empezar una nueva vida en la capital del país, Tallin.
Tras las dificultades iniciales, Karwan, de 37 años, ha aprendido el idioma, ha hecho amigos, ha encontrado trabajo, se ha casado con una chica de Georgia y ha fundado una familia. A mediados de febrero de este año, también se convirtió en la primera persona a quien se le concedía la ciudadanía estonia tras habérsele permitido quedarse en el país por razones humanitarias.
Desde luego, ha trabajado duro para ser aceptado. "Tengo muchos amigos aquí. Con los estonios, nunca he sentido una actitud de no pertenencia", confiesa. Y añade: "Ahora es incluso mejor que antes. Quizás es porque hablo estonio y esto hace que sean más próximos conmigo, más abiertos a hablar y comunicarse".
Pero el panorama era sombrío en 2003 cuando Karwan huyó de su patria para escapar de años de persecución y guerra. "Recuerdo una noche en la década de 1980, cuando mi madre me despertó y me llevó al sótano porque venían los aviones [a bombardear], recuerda. "Nuestras vidas estaban en peligro constantemente".
Su madre murió en su refugio en las montañas y hablar de esto le trae malos recuerdos. "Aún recuerdo el frío y el hambre, y cuando volvimos al pueblo no pude seguir estudiando", dice Karwan. Siendo un veinteañero, decidió que era el momento de encontrar un país donde sentirse seguro y poder estudiar en paz.
Se dirigió al norte, atravesando Turquía y la Federación Rusa hasta llegar a Estonia. Después de que le concedieran el estatus de protección internacional, que le permitía viajar y trabajar, Karwan alquiló un apartamento y buscó trabajo.
No fue una lucha fácil, pero no se dio por vencido y un negocio de lavado de coches le contrató. Después encontró trabajo como chef, cocinando shashlik en un restaurante de comida rápida. Finalmente, consiguió ahorrar suficiente dinero para abrir su propio restaurante en Tallin, hace ahora casi exactamente tres años. "Nuestro restaurante es único . . . Sacrificamos la carne que servimos y así nuestro kebab y falafel son frescos", dice con orgullo Karwan.
Su vida gira en torno al restaurante, su esposa y sus dos hijos, un niño de siete años y una niña de seis. "Muchos de mis amigos vienen al restaurante a disfrutar de la comida y a conversar un rato. Me gustan mucho sus orígenes diferentes", dice.
Pero aunque estaba bien integrado, Karwan siempre notó que le faltaba algo, hasta que adquirió la ciudadanía estonia en una ceremonia en Tallin en febrero. "Tenía un gran peso sobre los hombros y ahora, me lo he quitado de encima", explicó a ACNUR. "Todo es diferente ahora, más seguro, mejor." El orgulloso nuevo estonio lo celebró con su familia y empleados. "Compré postres para la gente del trabajo – una pequeña fiesta con comida – y simplemente nos sentamos y conversamos."
Pero los problemas de Karwar no han desaparecido totalmente. Actualmente, sus hijos son considerados iraquíes, aunque nacieron en Tallin. Pero Estonia cambió su ley de ciudadanía a principios de año y cuando entre en vigor el 1 de enero de 2016, los beneficiarios de protección internacional no tendrán que probar que han renunciado a su ciudadanía anterior para obtener la ciudadanía estonia.
Esto ayudará a los hijos de Karwan y a otras personas que gozan de protección internacional (unas 90 en Estonia a finales del año pasado).También en 2014, se presentaron un total de 143 nuevas solicitudes de asilo, un 50% más que el año anterior, la mayoría pertenecientes a personas provenientes de Ucrania y Sudán. Y 20 personas obtuvieron el estatus de refugiado en Estonia el año pasado.
Mientras tanto, Karwan augura un futuro aún más de color de rosa. "Me encanta trabajar aquí", dice. Y añade que está pensando abrir un segundo restaurante.
Por Salvador Merlos y Eero Janson, desde Tallin, Estonia.
Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.