ACNUR ayuda a mejorar la vida de desplazados en asentamiento pantanoso

TUMACO, Colombia, 8 de marzo (ACNUR) – Cuando la marea entra, el barrio La Puerta del Sol situado en el puerto del Pacífico de Tumaco, se convierte en un lago grande y negro de barro y residuos. Sin embargo, esta barriada tropical pantanosa, ubicada en el suroeste de Colombia, es el hogar de casi 800 personas afrocolombianos obligados a huir de sus hogares en otras partes, al volátil departamento de Nariño.

Viven en un asentamiento muy precario conformado por chozas de madera pegadas una al lado de la otra sobre pilotes y entrelazados por caminos de madera. Las vías por donde transitan están cubiertas de aserrín en un vano intento por evitar la succión del barro.

Estas personas, principalmente mujeres y niños, sueñan con su antiguo estilo de vida rural, el que tenían antes de que la violencia los desarraigara de sus tierras. Son gente orgullosa de lo que son y tratan de vivir con la mayor dignidad posible. Una cabaña se usa como una escuela primaria, mientras que las reuniones regulares de la comunidad se llevan a cabo en otro edificio endeble.

Sin embargo, esta población necesita ayuda. Muchos sufren de problemas respiratorios y de infecciones en la piel, mientras que los parásitos intestinales son un problema común para los niños. Algunos encuentran empleo de medio tiempo, pero dependen bastante del gobierno, la agencia de refugiados de las Naciones Unidas y otros grupos de ayuda humanitaria, quienes les proporcionan asistencia para hacer más cómoda y saludable su vida cotidiana.

El barrio La Puerta del Sol no cuenta con una red de distribución de agua potable. Para contrarrestar este problema, el ACNUR ha financiado la instalación de tanques para recoger agua de la lluvia. Éstos proporcionan la mínima cantidad de agua diaria recomendada que es de 15-20 litros de agua, por persona, durante la temporada de lluvias que va de mayo a diciembre. Sin embargo, durante el periodo climático seco deben usar los pozos.

Para contribuir con el mejoramiento de las condiciones de salud y saneamiento, el ACNUR está proporcionando a los miembros de esta creciente comunidad de colombianos desplazados medios para fortalecer y mejorar sus viviendas y una letrina por cada ocho familias, o alrededor de 20 letrinas en total.

"Con la ayuda de un experto técnico del ACNUR, y de mis vecinos, he reformado mi casa y el techo ya no gotea cuando llueve", señaló Roberto* de 43 años de edad. "Mis [cuatro] hijos son menos propensos a cualquier enfermedad", agregó.

Estas intervenciones forman parte de un plan de acción conjunto, elaborado por el gobierno, el ACNUR y los grupos de ayuda locales en consulta con la población de personas internamente desplazadas. Éstos están destinados a proporcionar una respuesta eficaz a las necesidades de los habitantes de La Puerta del Sol, lugar que resulta "soleado" en nombre más no en su realidad.

Este plan de acción también ayudará a futuras personas que lleguen al puerto después de haber sido desplazados por el conflicto que se vive permanentemente en Nariño, especialmente los afrocolombianos que viven en la frontera con Ecuador o en los asentamientos costeros. La violencia también ha afectado la vida de miles de personas indígenas en el departamento quienes además, tienen la tasa más alta de desplazamiento forzado en el país.

Según cifras oficiales, hay más de 140.000 personas internamente desplazadas en Nariño, incluyendo alrededor de 7.500 casos de individuos que fueron obligados a huir de sus hogares el año pasado. Unas 200 personas llegan a Tumaco a registrase ante las autoridades locales cada mes. De acuerdo con la institución del gobierno, Acción Social, la cifra va en aumento. Muchos de los damnificados por el desplazamiento forzado encuentran refugio en La Puerta del Sol lo que genera un incremento en la población y una presión adicional a la situación de escasez en los servicios.

A pesar de la penumbrosa situación, el pueblo de Puerta del Sol se encuentra feliz de estar a salvo, ya que muchos perdieron familiares y de otros abusaron sexualmente, y recibir asistencia. Muchos de ellos siguen siendo optimistas a pesar de vivir en una ciudad con muchos problemas sociales.

*Nombre cambiado por razones de seguridad

Por Francesca Fontanini en Tumaco, Colombia