'Aquí Moisés, en vivo desde Boa Vista'
'Aquí Moisés, en vivo desde Boa Vista'
En lo que respecta al equipo de TV, la cámara de video casera de Moisés, que él mismo arregló con cartón y cinta, deja bastante que desear. Aunque el imaginativo niño es reacio a reconocerlo, el hecho es que la cámara realmente no graba nada. Pero para Moisés, eso no tiene importancia.
Para él, lo importante es obtener la historia, sin importar si termina o no siendo preservada para la posteridad. Mientras recorre los caminos entre las filas de tiendas de campaña en el albergue temporal en el estado de Roraima, en el norte de Brasil, donde él y su familia han estado durante el último año, Moisés siempre está buscando una buena historia.
“Le pregunto a la gente sobre sus viajes de Venezuela a Brasil”, explica el pequeño reportero. “La responsabilidad de un periodista es contar las noticias, hablar con la gente e informar bien”.
“Sus primeras palabras fueron a los cinco años. Llamó el nombre de su hermana, Valentina”.
Moisés es muy listo y articulado para su edad, y parece estar encaminado hacia una exitosa carrera en el periodismo. Sosteniendo su micrófono de plástico en alto, escanea los espacios entre las filas de carpas en busca de posibles sujetos de entrevista, yendo directamente a quienes llaman su atención. La mayoría de las veces aceptan sus solicitudes de entrevistas y terminan compartiendo con Moisés sus historias completas, a veces muy desgarradoras.
Se estima que 4,6 millones de personas refugiadas y migrantes de Venezuela están fuera de su país. La gran mayoría se ha dirigido a otras naciones sudamericanas, incluyendo Brasil, que ha recibido a aproximadamente 224.000 venezolanos. Ellos han huido de la escasez de alimentos y medicamentos, la hiperinflación, la inseguridad generalizada, la persecución y el colapso de los servicios públicos. La mayoría llega por tierra, cruzando la frontera hacia el remoto estado amazónico de Roraima.
Moisés y su familia hicieron el viaje hace más de un año, viajando en autobús hacia el sur desde su ciudad natal de El Tigre, hasta Pacaraima, una ciudad fronteriza remota en el lado brasileño de los casi 2.200 kilómetros de largo frontera entre los dos países, la cual se ha convertido en el principal punto de entrada para los refugiados y migrantes venezolanos que buscan seguridad en Brasil.
La familia logró llegar desde Pacaraima a la capital del estado, Boa Vista, donde se aseguró un lugar en el albergue temporal Rondon 3, que recibe el apoyo del ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sus socios. Moisés, su madre, su abuela, su hermana de 13 años y su madrina comparten un pequeño albergue, durmiendo cara a cara sobre colchones de espuma.
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Desde su llegada, Moisés y su omnipresente micrófono se han convertido en piezas clave del albergue. A estas alturas, él conoce las historias de muchos de sus vecinos. Pero al igual que cualquier buen periodista, Moisés hace más preguntas de las que responde, y tiende a guardar su propia historia para sí mismo.
Su abuela, Nelly, compartió un poco sobre el pasado del niño.
“Moisés es un niño muy sensible”, explica, y agrega que sufre de una forma de autismo que puede haber resultado de la malaria que contrajo su madre mientras estaba embarazada de él, que la dejó hospitalizada durante los primeros cuatro meses de vida de Moisés. “Sus primeras palabras fueron a los cinco años. Llamó el nombre de su hermana, Valentina”.
“Tiene una gran imaginación y una vívida vida interna”.
Después de la enfermedad de su madre, Moisés se fue a vivir con su padre y se quedó allí hasta que lo sacaron de la casa a los tres años como resultado de la desnutrición y el maltrato. Su padre ahora vive en Italia, y con su madre luchando contra el cáncer, la abuela Nelly es ahora la guardiana legal de Moisés y su hermana.
Ella trabaja duro para garantizar que las vidas de los niños sean tan pacíficas y alegres como puedan ser, teniendo en cuenta las circunstancias.
“Si tiene un día difícil en la escuela, Moisés llega a casa y me dice que necesita tiempo para despejar su mente”, dice Nelly con una sonrisa. “Tiene una gran imaginación y una vívida vida interna”.
Con todo lo que sucede dentro de su mente, Moisés procesa sus experiencias y sus pensamientos a través de las interacciones que median el micrófono de juguete y su cámara imaginaria.
“Quiero ser periodista por lo que está sucediendo en Venezuela”, dice Moisés. “Hay mucha hambre. No hay luz”.
Pero hay luz, amor y sabiduría dentro de Moisés. Para su familia. Para sus amigos. Para las otras personas refugiadas venezolanas a su alrededor.
Aferrándose firmemente a su micrófono de plástico, Moisés anuncia que tiene un mensaje para otros niños de todo el mundo.
“Los niños deben ser buenos entre sí. Los amigos y la familia son realmente importantes”, dice. “No me traten mal, no los trataré mal y podemos tratarnos bien entre todos”.