En Ginebra, comensales descubren nuevos sabores y culturas en restaurante temporal
En Ginebra, comensales descubren nuevos sabores y culturas en restaurante temporal
En un patio escasamente iluminado de Ginebra, un apetitoso aroma recibe a los comensales que buscan una nueva experiencia culinaria – un restaurante temporal, que reúne a refugiados, solicitantes de asilo, migrantes, expatriados y vecinos suizos.
Hoy se celebra la noche siria y el chef Aziz, de 29 años, está muy atareado dando los últimos toques a platos típicos de Damasco, su ciudad natal. Le echa una mano su amigo Fadi, de 29 años y nacido en Aleppo. Aziz presenta, orgullosos, los platos a la entusiasta clientela.
"Esta comida me devuelve a Damasco, donde compartía platos de comida enormes rodeado de mi familia", dice. "Pollo asado con mucho ajo y limón".
La variopinta multitud se ha reunido en un espacio comunitario detrás de la estación de ferrocarril de la ciudad para compartir sabores y recuerdos de Siria. Están deseando descubrir diferentes tradiciones culinarias y reunirse como una comunidad con la comida y la cultura como factor de cohesión.
"Esta comida me devuelve a Damasco"
Fadi se encarga del postre, que es un pastel dulce de hojaldre bañado en miel, llamado baklava.
Su nostalgia por los postres sirios y otros sabores de su tierra le impulsó a aprender a hacerlos por internet. "Háganme llegar sus opiniones", dice con orgullo mientras sirve las baklavas a los entusiasmados clientes.
"De hecho, no sabía hacerlo antes de venir a Suiza", confiesa. "¡Lo aprendí de YouTube!"
El evento está organizado por Cuisine Lab, la criatura del innovador emprendedor Dan Stein, de 43 años.
Dan, que es americano y vive en Ginebra, tuvo la idea de crear este proyecto después de haber sido voluntario en un proyecto similar con algunos amigos el año pasado en Atenas. Conmovido por esta experiencia en primera persona de la crisis de los refugiados, Dan pensó que la ciudad carecía de oportunidades para el entendimiento y el diálogo intercultural entre los recién llegados y la población local.
Dan y algunos amigos decidieron que un proyecto de cocina era justo lo que Ginebra necesitaba. Habiendo estado ya involucrado en muchas iniciativas innovadoras, Dan se refiere a Cuisine Lab como su "trabajo de amor".
"Las palabras 'compañía' y 'compañero' vienen de la palabra latina 'companio', que significa 'aquel con el que compartes el pan'", dice.
"El acto de compartir comida, o pan, tiene una larga historia de crear conexiones cuando la gente no necesariamente comparte el mismo idioma o cultura. Cocinando juntos, y compartiendo la comida, damos un primer paso para intentar encontrar esa conexión común".
Cuisine Lab organiza una variedad de eventos: veladas de cocina social, en las que se elige un tema y la gente aporta los ingredientes y cocina junta, cocinas temporales en las que refugiados, solicitantes de asilo y cocineros no profesionales preparan sus platos étnicos y los comparten con la comunidad, y talleres de cocina que ofrecen a las personas la oportunidad de aprender de los chefs de la comunidad y cocinar con ellos.
"El acto de compartir comida, o pan, tiene una larga historia de crear conexiones"
En la cocina, Islam, afgano de 31 años solicitante de asilo, se ha unido a los chefs sirios y los observa y ayuda. En unas semanas, le llegará el turno de ponerse al frente para celebrar la noche afgana. Muestra una foto en su teléfono en la que se le ve cocinando al lado de una bandera afgana en un evento universitario en Ginebra.
"Cocinar es la pasión de mi vida", dice.
Islam vive con otros solicitantes de asilo en un refugio subterráneo de la defensa civil suiza cerca de Ginebra. A veces, las condiciones son difíciles – no puede cocinar, tiene que dormir con las luces encendidas y debe soportar un entorno ruidoso – pero Islam ve con optimismo su futuro. "Quiero abrir mi propio restaurante algún día", dice.
Mientras espera la decisión sobre su solicitud de asilo, Islam está feliz por haber encontrado una comunidad donde puede compartir su pasión por cocinar.
Por Marjanna Bergman, en Ginebra.
Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.