Tanzania: Madre e hijas se vuelven a reunir gracias al personal del ACNUR
Tanzania: Madre e hijas se vuelven a reunir gracias al personal del ACNUR
NYARUGUZU, Tanzania, 2 de octubre de 2014 (ACNUR) – Hace once años la refugiada congoleña Sifa Risasi, en aquel entonces viuda reciente, dejó a sus dos hijas a los cuidados un vecino y huyó de un campamento en Tanzania al oír que sus suegros la querían casar con el hermano de su difunto marido.
A principios de año, gracias a la prontitud y dedicación del personal del ACNUR que estaba realizando un censo de los refugiados en el campamento de Nyaruguzu, en Tanzania, Sifa y sus hijas consiguieron reunirse, sin saber que habían estado viviendo en el mismo campamento durante cinco años. La reunificación familiar, muy emocionante y conmovedora, ha sido posible gracias a los esfuerzos del ACNUR y del Comité Internacional de Rescate.
"Mis oraciones han sido escuchadas", dijo Sifa refiriéndose a la reunión, agregando conmovida: "Yo estaba feliz pero también me sentía culpable por dejar a mis hijas cuando más me necesitaban". Las hijas, Riziki de 19 años y Yamlele de 15, admitieron tener sentimientos encontrados sobre la reunión con su madre, pero después de todo se sentían felices de ser otra vez una familia.
Su historia empezó en la década de los '90, en la República Democrática de Congo (RDC), durante la violenta guerra civil. Sifa, quien ahora tiene 44 años, junto a su marido Kalibatu y su hija Riziki, de 2 años, habían buscado protección en Tanzania en 1997. La segunda hija, Yanlele, nació 2 años después en el campamento de refugiados de Lugufu.
En 1999, Kalibatu regresó a la RDC y murió allí. Sifa tuvo que enfrentarse con el desafío de criar a sus hijas sola y fue en aquel entonces que se enteró que la familia de su difunto marido las consideraba como su propiedad. En ese momento entró en pánico y decidió huir de vuelta a la RDC, en 2003.
Un año después empezó la guerra en el este de la RDC y Sifa volvió a Tanzania. Enviada a Nyaruguzu, Sifa intentó recuperar a sus hijas, pero se enteró de que el vecino con quien las había dejado se había repatriado. Nadie conocía el paradero de sus hijas, las cuales – irónicamente – habían vivido en el mismo campamente durante varios años.
Madre e hijas probablemente jamás se hubieran enterado de qué tan cerca estaban, al no ser por el censo realizado en el campamento, donde viven 70 mil personas, y la alerta lanzada por el personal del ACNUR que lo estaba realizando, recogiendo información personal y datos biométricos de los refugiados para que se incluyeran en la base de datos de la agencia, ProGres.
Los trabajadores del ACNUR notaron ciertas similitudes y relación entre la información facilitada por Sifa y sus 2 hijas y empezaron a sospechar que podía existir un vínculo familiar. El personal de servicios comunitarios del ACNUR y del Comité Internacional de Rescate con discreción realizó más entrevistas y recopiló información adicional.
"Era un asunto delicado", dijo Irene Babu, del ACNUR quien ayudó a organizar la reunión. "Estábamos operando por una corazonada. Tuvimos que proceder con cuidado para no exponer a ninguna de las partes y lo más importante fue evitar abrir viejas heridas". Una vez que la información fue corroborada, se informaron las partes y ellas aceptaron reunirse.
Babu dijo que el personal fue muy conmovido por la historia. "Gracias a ProGres, pudimos localizar a Sifa cuando nos dimos cuenta que podían existir vínculos familiares, realizar las verificaciones correspondientes y proceder a la reunificación", agregó. La tecnología moderna, combinada con la fotografía y las huellas dactilares, nos ayudó a simplificar lo que podía haber sido un proceso largo y complejo.
Mientras tanto, las 3 mujeres intentaban conocerse de nuevo: "Estoy feliz de ver a mi madre otra vez y al mismo tiempo enfadada porque no ha intentado buscarnos después de habernos dejado con un desconocido", admitió Riziki antes de añadir: "Al principio fue difícil perdonarla, pero ahora la hemos aceptado de nuevo".
Yamlele dijo que ella no sintió de inmediato apego emocional. Ella fue criada por la hermana y por su buen vecino. "Es difícil cuando has estado sin una madre durante 11 años. Tenemos suerte de haberla encontrado con vida".
Sifa se lo tomó con filosofía: "Quiero volver a establecer este vínculo que hay entre una madre y sus hijas", dijo. "Y es aún más emocionante, ya que ahora soy abuela. Le agradezco a Dios por haberme dado una segunda oportunidad para ser una buena madre de nuevo", dijo, haciendo referencia al hijo de Riziki.
El censo en el campamento de Nyaruguzu comenzó en noviembre de 2013 y terminó oficialmente en agosto de 2014. Gracias a los datos recopilados tanto el Gobierno de Tanzania como el ACNUR podrán brindar mejor atención y asistencia a los refugiados que viven en el campamento.
Por Tom Winston Monboe en Nyaruguzu, Tanzania
Gracias a la Voluntaria en Línea Zina Ignat por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.