Construyendo puentes a través de la elaboración de queso en Guatemala

Escapando de su tierra natal de Venezuela, Joachim, su esposa Dalí y su familia buscaron refugio en Guatemala. Dejaron atrás una vida marcada por la violencia e incertidumbre, anhelando seguridad y estabilidad. Poco sabían que su viaje los llevaría a descubrir una pasión recién encontrada que cambiaría sus vidas para siempre. 

El destino llevó a Joachim al mundo de la elaboración de queso. Tal vez fue la conexión arraigada que sentía con la tierra, habiendo crecido en medio del ganado de su padre en Venezuela. O tal vez fue el deseo de encontrar un sabor de hogar mientras comenzaban de nuevo. 

Con apenas 200 quetzales en sus bolsillos, Joaquín aprovechó su espíritu emprendedor y se sumergió en el mundo de la producción de queso. Armados con determinación y un sueño, compraron su primera partida de leche y se dispusieron a crear su primer queso. No fue un comienzo fácil, pero perseveraron, reinvirtiendo cada centavo que ganaban en su negocio. 

Con la pasión como guía, Joachim se sumergió en el arte de la elaboración de queso, abrazando cada aspecto del proceso. Se adentró en libros, cursos en línea y buscó la orientación de artesanos experimentados. A través de la dedicación y la sed de conocimiento, se transformó de abogado en un genio de la producción de queso. 

El proceso de elaborar mozzarella fresca es fascinante, donde los hilos elásticos de queso cobran vida, entrelazándose en una hermosa obra maestra trenzada. 

El viaje comienza con leche de la más alta calidad, proveniente de una granja local que se enorgullece enormemente de sus rebaños lecheros. La leche se recoge y transporta cuidadosamente al taller, asegurando su frescura y pureza. 

A medida que la leche llega, se somete a un meticuloso proceso de pasteurización para garantizar su seguridad y calidad. Una vez pasteurizada, la leche se calienta suavemente, permitiendo que los cuajos y el suero se separen. Es esta mágica separación la que crea la base de una deliciosa mozzarella. 

El taller se convirtió en un lugar de transformación, no solo para la leche que se convertía en queso, sino también para Joachim y su familia. Todos tienen un papel que desempeñar, desde remover la leche hasta que el queso se separa, hasta limpiar el equipo pesado, atender a los clientes y etiquetar los productos. Esta empresa es un esfuerzo en equipo.

Los padres de Dalia se unieron en 2022, brindando un gran apoyo a la familia. "Cuando mi madre llegó a Guatemala, lloré mucho. Fue genial tenerla cerca, pero también contar con una mano extra. Especialmente para los problemas que no podíamos resolver por nosotros mismos", comenta Dalí con lágrimas en sus ojos.

Juntos, volcaron su amor y dedicación en su empresa de elaboración de queso, creando una exquisita variedad de quesos y otros productos que cautivarían el paladar de aquellos afortunados de probarlos.

Los quesos que crearon no eran solo un medio de subsistencia; son un puente entre culturas. Los guatemaltecos, conocidos por su amor por la comida, abrazaron los sabores de la natal Venezuela de Joachim y Dalia, curiosos por explorar nuevos horizontes culinarios. El queso venezolano, un tributo a sus orígenes, no solo deleitó el paladar, sino que también generó conversaciones y conexiones dentro de la comunidad venezolana en Guatemala.

La producción de queso resultó ser una excelente manera de integrarse. "A los guatemaltecos les encanta la comida y han estado muy abiertos a probar cosas nuevas. Al ver nuestra bandera, venían a saludarnos, curiosos por probar nuestros productos", recuerda Dalia.

A través de esa misma curiosidad y apertura, conocieron a su vecina, Alejandra; "Me intrigó cuando vi los quesos que vendían en un grupo de WhatsApp del vecindario".

Poco sabía que vivían justo al lado. Rápidamente se unieron por su amor compartido por la comida y se convirtieron en amigas cercanas, colaborando en recetas y asistiendo juntas a festivales gastronómicos. Su amistad unió culturas y llevó alegría a su comunidad, demostrando que las conexiones se pueden encontrar en lugares inesperados.

Comenzar con el queso venezolano, que no estaba disponible aquí, también los acercó a la comunidad venezolana en Guatemala, sin importar cuán pequeña fuera su presencia.

Su historia es un testimonio del poder de la amistad, la resiliencia y la naturaleza transformadora de seguir la pasión. A través de la elaboración de queso, Joachim, Dalisabeth y Dalia no solo encontraron consuelo, propósito e integración, sino que también crearon un vínculo que trascendió fronteras, enriqueciendo sus vidas y las vidas de quienes los rodean.

Hoy en día, continúan entrando y saliendo de las casas de los demás, compartiendo risas, historias y el amor por la comida. Su viaje sirve como recordatorio de que en los lugares menos probables y en medio de las circunstancias más desafiantes, se pueden formar verdaderas conexiones y florecer hermosas amistades.