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Cómo un esgrimista paralímpico logró sanar

Historias

Cómo un esgrimista paralímpico logró sanar

El esgrimista en silla de ruedas Amelio Castro Grueso luchó mucho para llegar a los Juegos Paralímpicos de París 2024 como miembro del Equipo Paralímpico de Atletas Refugiados.
2 September 2024
Un hombre se apoya en una máquina de levantamiento de pesas mientras sostiene una pesa en una mano

El esgrimista en silla de ruedas Amelio Castro Grueso levanta pesas en el gimnasio Fiamme Oro de la Policía Estatal en Tor di Quinto, Roma.

En un gimnasio con vistas al río Tíber, en Roma, Amelio Castro Grueso practica, sujeto a una silla de ruedas deportiva, la espada hacia un adversario imaginario. El resto de su entrenamiento incluye una agotadora ronda de estiramientos, dominadas y levantamiento de pesas, con breves pausas en las que otros atletas se detienen para animarle.

Algunos de los mejores atletas italianos han entrenado en este gimnasio perteneciente al Departamento de Atletismo de la Policía Estatal, incluida la estrella nacional de esgrima paralímpica Bebe Vio. Amelio espera ocupar un lugar entre ellos cuando compita esta semana en los Juegos Paralímpicos de París 2024.  

“Creo que lo voy a lograr”, comenta. “Voy a conseguir la medalla paralímpica”.

Convertirse en un modelo a seguir

Amelio llegó al aeropuerto de Roma en plena noche hace dos años, tras verse forzado a huir de su país. No conocía a nadie ni tenía adónde ir, pero estaba decidido a no abandonar el deporte que le había ayudado a recuperarse de uno de los periodos más difíciles de su vida. 

Su madre había trabajado duro para que él y sus cinco hermanos pudieran ir a la escuela y tener una vida mejor, pero murió cuando Amelio tenía solo 16 años. En los años que siguieron a su muerte, Amelio intentó conseguir esa vida mejor que ella había soñado para él, pero la situación en su país era difícil y sus planes se truncaron cuando sufrió un accidente de coche y quedó paralizado de la cintura para abajo. 

Pasó los cuatro años siguientes en el hospital, durante los cuales su familia dejó gradualmente de visitarle hasta que perdió por completo el contacto con ellos. “Fingía que no me importaba, pero en el fondo me dolía. En ese momento, encontré fe en Dios, y eso es lo que me ha hecho seguir adelante”, recuerda Amelio.  

“Desde el primer día que conecté con este hermoso deporte, me enganché”.

Amelio

 

Depsués de salir del hospital y terminar su rehabilitación, visitó un gimnasio y se topó con un combate de esgrima. Decidió probar este deporte por sí mismo y, cuando ganó el primer combate que disputó, lo tomó como una señal de que tenía que perseverar. “Desde el primer día que conecté con este hermoso deporte, me enganché”. 

Amelio se dio cuenta del poder del deporte y estaba decidido a utilizarlo para ayudar a otros jóvenes como él, alcanzando el nivel más alto posible en esgrima y convirtiéndose en un modelo a seguir. “Pensaba escribir un libro sobre mi historia, pero luego pensé: '¿Por qué deberían leerlo otras personas? ¿ Solo porque estoy paralizado? Necesitaba una mejor razón para que las personas escucharan lo que tenía que decir”. 

Trabajar duro da frutos

En Roma, solicitó asilo y pasó seis meses alojado en un albergue para personas sin hogar antes de empezar a prepararse con Daniele Pantoni, entrenador del Departamento de Atletismo de la Policía Estatal italiana. 

“Mi vida cambió. El entrenador y los demás atletas se convirtieron en mi familia. Incluso cuando todo afuera no iba bien, iba al centro de entrenamiento y era feliz”, comparte.  

Llegar al gimnasio donde entrena requiere más de una hora de trayecto en transporte público, que no siempre está adaptado para personas con discapacidad. “A veces el autobús tiene una rampa para la silla de ruedas, pero la mayoría de las veces no. Me paso al metro, y en mi parada no hay ascensor, así que me subo a las escaleras eléctricas y me sujeto fuerte”, explica. “No es fácil, pero si quieres algo con todas tus fuerzas, nada puede detenerte”. 

En mayo, su duro trabajo dio sus frutos cuando ganó la medalla de oro en el Torneo Italiano Paralímpico de Esgrima en Silla de Ruedas. Poco después, el Comité Paralímpico Internacional (CPI) anunció que Amelio se había clasificado para competir como parte del Equipo Paralímpico de Atletas Refugiados, formado por ocho personas, en los Juegos de París 2024. Basándose en el éxito histórico del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados, que ya ha conseguido dos medallas, y representa las esperanzas y los sueños de 120 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo, incluidos unos 18 millones de personas con discapacidad.

“Tener un equipo de refugiados es algo muy bonito porque nos permite sentirnos más humanos”, cuenta Amelio. “Realmente sientes que formas parte de una comunidad, y estoy orgulloso de estar entre ellos”. 

El mensaje de Amelio a otras personas refugiadas es claro: “Tú puedes hacerlo. Si yo lo hice, aún sin las condiciones adecuadas o sin piernas, tú puedes hacerlo más que yo”.