Dos años de guerra en Sudán: Una combinación devastadora de desplazamiento récord y disminución de la ayuda
Dos años de guerra en Sudán: Una combinación devastadora de desplazamiento récord y disminución de la ayuda

Refugiados recién llegados de Sudán construyen su refugio en el abarrotado Centro de Tránsito de Renk, en Sudán del Sur, en marzo de 2025.
GINEBRA – Dos años después del inicio de la guerra en Sudán, las noticias siguen siendo extremadamente desalentadoras.
La crisis de desplazamiento más grave del mundo se desarrolla ahora en medio de la peor situación de financiación humanitaria vista en décadas.
El brutal conflicto, que muestra escasos signos de remitir, ha causado un enorme sufrimiento: familias destrozadas, un futuro incierto para millones de personas y una amenaza para la estabilidad regional. Con el aumento del desplazamiento, las necesidades son hoy más urgentes que nunca.
Casi 13 millones de personas han huido de sus hogares hasta la fecha, y cerca de 4 millones han cruzado a países vecinos como Egipto, Sudán del Sur, Chad, Libia, Etiopía, la República Centroafricana, e incluso a países más lejanos como Uganda. El desplazamiento ha seguido aumentando durante el segundo año del conflicto, con más de un millón de personas huyendo de Sudán. Los recién llegados cuentan haber sufrido violencia sexual sistemática y otras violaciones de derechos humanos, además de haber sido testigos de matanzas masivas. La mitad son niños y niñas, de los que miles de ellos han huido solos, sin ningún familiar. Sudán es ahora el país africano con el mayor número de personas refugiadas.
El reciente cese de los enfrentamientos en Jartum ha ofrecido la oportunidad de llegar a refugiados y desplazados que habían estado prácticamente sin acceso a ayuda durante dos años. Miles de personas han comenzado a regresar a Jartum y a otros centros urbanos como Omdurmán, Wad Madani y al estado de Al Jazirah, pero estas cifras son mínimas en comparación con los millones de personas que aún permanecen desplazadas. ACNUR -la Agencia de la UN para los Refugiados- y sus socios están incrementando su apoyo para ayudar a las familias que han decidido regresar a casa. La guerra ha devastado la infraestructura de la ciudad y los servicios esenciales.
A medida que el conflicto y el desplazamiento se han ido agravando, la financiación se ha quedado muy rezagada. En estos momentos la financiación para la respuesta regional es inferior al 10 % de lo necesario, lo que hace imposible cubrir las necesidades más básicas.
Los recientes recortes globales en la financiación humanitaria ponen en riesgo programas esenciales, obligando a los equipos a tomar decisiones imposibles y forzando a las personas refugiadas a recurrir a estrategias perjudiciales para tratar de sobrevivir. Estos recortes llegan en el momento de mayor necesidad.
Dentro de Sudán, la reducción de la financiación limitará el acceso a agua potable para al menos medio millón de personas desplazadas, lo que incrementará significativamente el riesgo de cólera y otras enfermedades transmitidas a través del agua. También obstaculiza el traslado de recién llegados a zonas más seguras, lejos de los centros de tránsito saturados en la frontera, como en Sudán del Sur y Chad, donde más de 280.000 personas refugiadas siguen varadas en asentamientos improvisados, sin refugio adecuado, ni agua potable, atención médica o protección.
En Uganda, el aumento de llegadas desde Sudán, sumado a los desplazamientos desde la República Democrática del Congo, ha puesto una presión inmensa sobre el sistema educativo. La reducción de la financiación se traduce en que los estudiantes refugiados y de las comunidades de acogida tengan que hacer frente a un hacinamiento extremo en las escuelas. De este modo, la calidad de la enseñanza se ve afectada negativamente, desincentivando la escolarización. Para muchas niñas, eso incrementa el riesgo de matrimonios tempranos. Para los niños, significa presión para trabajar o emprender viajes inseguros.
En todos los países de acogida de refugiados, se están cerrando espacios seguros y suspendiendo servicios de trabajadores sociales, dejando a decenas de miles de mujeres y niñas sin acceso a apoyo legal, atención médica ni apoyo vital.
La falta de paz, de ayuda humanitaria suficiente y de oportunidades en los países de asilo está empujando a más personas a buscar seguridad más allá de las fronteras de Sudán. Más de 70.000 refugiados sudaneses han llegado a Uganda. Otros continúan intentando embarcarse en cruces peligrosos hacia Europa. Aunque el número de sudaneses que llegan a Europa sigue siendo bajo, las llegadas aumentaron en un 38 % en los dos primeros meses de 2025 en comparación con el año anterior. ACNUR teme que muchas más no tendrán otra opción que emprender ese camino.
A pesar de las dificultades, los países vecinos mantienen abiertas sus fronteras y las comunidades locales están compartiendo sus escasos recursos disponibles. ACNUR y sus socios siguen presentes, haciendo todo lo posible para brindar protección y asistencia y acompañar a las personas refugiadas en esta etapa de incertidumbre. Junto con la ayuda humanitaria, se necesita más financiación para el desarrollo que contribuya tanto a evitar que las comunidades de acogida colapsen por la llegada masiva de personas, como para que quienes regresan a sus hogares puedan reconstruir sus vidas.
Sin embargo, en un contexto en que las líneas del conflicto están en constante cambio, la población en movimiento continuo y los recursos agotándose, la esperanza se desvanece. Una solución política para alcanzar la paz en Sudán es hoy más urgente que nunca.
Para más información, contactar a:
- Para Sudán: Assadullah Nasrullah – nasrulla@unhcr.org – +254 113 676 413
- En Nairobi (regional): Faith Kasina – kasina@unhcr.org – +254 113 427 094
- En Ginebra: Olga Sarrado – sarrado@unhcr.org – +41 797 402 307