El mundo no debe dar la espalda a la crisis de los rohingya
El mundo no debe dar la espalda a la crisis de los rohingya
COX’S BAZAR, Bangladesh – El mundo no debe mirar a otro lado.
Se trata tanto de una súplica como de una advertencia lanzada por tres altos funcionarios de las Naciones Unidas con ocasión de una visita hoy al campamento de refugiados de Kutupalong, el más grande del mundo.
El asentamiento acoge a más de 630.000 personas refugiadas rohingya que huyeron de la violencia dirigida contra ellas en Myanmar en 2017. Se estima que otras 190.000 viven en asentamientos cercanos, además de 330.000 en las comunidades de acogida más afectadas. La temporada de los monzones se acerca.
“Realizo un llamado a los donantes a la vista de la dureza de las condiciones que se soportan aquí y de los potenciales riesgos que plantean ciclones y monzones”, dijo Filippo Grandi. Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. “Necesitamos esos recursos y los necesitamos ahora: no dentro de tres o cuatro meses”.
Realizó una visita de tres días a Bangladesh acompañado de Mark Lowcock, Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia, y de António Vitorino, Director General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Los tres líderes de Naciones Unidas hicieron hincapié en la continuidad de la solidaridad con las personas refugiadas y con las comunidades locales que las acogen.
El primer día se reunieron en Dhaka con la Primera Ministra Sheikh Hasina, a la que agradecieron en nombre de los rohingya los enormes y generosos esfuerzos de su Gobierno a lo largo de varias décadas, y en especial desde que comenzó la crisis de 2017.
Los tres líderes de Naciones Unidas insistieron en visitar juntos los campamentos. En sus palabras, las Naciones Unidas habían respondido a la crisis de los rohingya de manera unificada. Quisieron hacer hincapié en la continuidad de la unidad y la solidaridad con las personas refugiadas y con las comunidades locales que las acogen. ACNUR, OIM y sus asociados trabajan en apoyo del Gobierno para gestionar el complejo de 34 campamentos.
Los problemas a los que se enfrenta la población refugiada siguen siendo inmensos. Los líderes tomaron nota de que más de 540.000 niños y niñas refugiadas de menos de 18 años carecen de acceso a educación, y el resto tiene solo acceso a una escolarización muy limitada. Solo un puñado de adolescentes asiste a la escuela.
Los tres líderes se reunieron con hombres que servían como modelos a seguir por la comunidad, así como con voluntarias de divulgación. Ambos grupos se concentran en la concientización y el apoyo a la prevención de la violencia sexual y de género, y ambos contaron a la delegación que la falta de oportunidades para trabajar, aprender y capacitarse y la inactividad de las personas refugiadas era muy desmoralizadora y, con el paso del tiempo, profundamente perjudicial.
“Muchos de nosotros carecemos de educación”, dijo Mohammed Faisal, de 23 años y modelo masculino a seguir, en referencia a muchos de los hombres refugiados a los que conoce. “Nos dicen que no servimos para nada”. Y algunos hombres sienten que su frustración les causa angustia.
“Una de las cosas que las Naciones Unidas y otras agencias pueden hacer es asegurar que todas las vulnerabilidades de mujeres y niñas se consideren con esmero y comprensión mientras las personas están atrapadas en los campamentos”, dijo después Mark Lowcock.
La temporada de los monzones acecha y la necesidad de dinero para los preparativos es una gran preocupación, pero también se discutieron los efectos medioambientales de la llegada de población refugiada. La construcción de los campamentos provocó una deforestación masiva. Se ha puesto en marcha un gran proyecto de reforestación.
Los líderes de las Naciones Unidas señalaron que el Plan Conjunto de Intervenciones para 2019 reserva un elevado porcentaje para ayudar a la población local bangladesí en la adopción de mejoras medioambientales y agrícolas. También solicitaron más ayuda al desarrollo para la población de las comunidades afectadas en el distrito de Cox’s Bazar.
Los líderes observaron a cientos de rohingya en fila para el registro biométrico conjunto del Gobierno y ACNUR. Más de 200.000 personas refugiadas han sido ya registradas para obtener una tarjeta de identidad. Casi todos la ven como una puerta hacia un potencial regreso a Myanmar.
“Con este documento me da la sensación de que el futuro depara algo bueno”, nos dijo Alin Nisa. Huyó del terror con sus cuatro hijas en agosto de 2017. “Esto nos ayudará a regresar, pero espero que sea con nuestros derechos reinstaurados”.
“Tener una identidad es un derecho humano básico”, dijo Grandi después de conversar con personas refugiadas a lo largo del proceso de registro. “Durante toda su vida muchas de ellas han carecido de una identificación adecuada, por lo que esto supone un paso increíble hacia una vida más digna y segura”.
“Con este documento me da la sensación de que el futuro depara algo bueno”.
“Las personas refugiadas rohingya son plenamente conscientes de que si vuelven a Myanmar necesitan la garantía de que dicho retorno va aparejado a un reconocimiento de sus derechos fundamentales como seres humanos”, dijo António Vitorino. “Es imprescindible encontrar una solución que garantice el interés de las personas refugiadas por regresar a Myanmar a rehacer sus vidas”.
Pero conseguir una solución para la población refugiada rohingya supondrá un gran desafío y exige paciencia. Grandi contó más tarde a los periodistas que los esfuerzos por colaborar con el Gobierno de Myanmar no han sido muy ágiles. Un acuerdo para que ACNUR visitara unas 1.000 aldeas rohingya se ha traducido en apenas 100 visitas, si bien ya se ha puesto en marcha una cantidad limitada de proyectos de efecto rápido.
Grandi dijo que esperaba volver a visitar Myanmar en mayo para valorar la situación en Rakhine, de donde escaparon los rohingya. Subrayó que es Myanmar quien debe adoptar medidas y progresos clave.
“Es el lado de Myanmar el que debe abordar la cuestión de los derechos de los rohingya”, dijo. “Esto incluye la libertad de movimiento, el acceso al mercado laboral y de servicios y una vía para la obtención de la nacionalidad”.