ACNUR ayuda a los refugiados en Burundi a redescubrir la satisfacción de ir de compras
ACNUR ayuda a los refugiados en Burundi a redescubrir la satisfacción de ir de compras
CAMPAMENTO DE REFUGIADOS DE GASORWE, 6 de junio (ACNUR) – Domitilla camina a través del multitudinario mercado con paso ligero, pasando su mirada experta por los puestos, que ofrecen una selección de habichuelas, arroz, harina y otros alimentos. El aroma del aceite de palma flota en el aire.
Se detiene delante de un vendedor y compara algunos productos. "Estos frijoles son de una mejor calidad y fáciles de digerir", dice mientras introduce la mano en un saco lleno de semillas comestibles antes hacer unas preguntas al comerciante. Pero Domitilla decide no comprar nada y continúa su paseo en medio de los gritos de los vendedores ofreciendo sus productos.
Es una escena típica de cualquier mercado africano, pero la diferencia es que Domitilla y el resto de clientes son refugiados congoleños que no han podido ir de compras durante años. La mayoría huyó del conflicto en la vecina provincia de Kivu Sur, situada en la República Democrática del Congo. Los comerciantes son lugareños.
En lugar de depender de los paquetes de comida que ofrece el Programa Mundial de Alimentos (PMA), las mujeres congoleñas que viven en el campamento de refugiados de Gasorwe, en el norte de Burundi, ahora tienen la posibilidad de ir de compras gracias al sistema de cupones introducido por el Programa Mundial de Alimentos y ACNUR.
Este sistema no sólo otorga más poder a los refugiados, sino que también introduce variedad en su dieta diaria, al mismo tiempo que ayuda a fortalecer la economía local. "Ahora podemos elegir lo que queremos comer, como antes [de ser refugiados], y comprar los mejores productos disponibles directamente de los comerciantes locales", explica Domitilla, que ha pasado los últimos nueve años en el campamento de refugiados.
Ella tiene que alimentar a su marido y a sus siete hijos, dos de ellos nacidos en Gasorwe. Pero el número de miembros de las familias se tiene en cuenta en el programa de cupones.
Hay cupones de diferente valor y pueden utilizarse en el mercado mensual que organiza ACNUR junto con sus socios en Gasorwe, un campamento que aloja a 10.000 refugiados. Los precios se fijan con antelación y se cuelgan en los tablones de anuncios del campamento.
En sus vueltas en el mercado Domitilla iba acompañada por su hijo mayor, Aristide, encargado de la lista de compras. Ésta había sido elaborada unos días antes e incluía productos como 50 kilos de arroz, 50 kilos de harina de maíz o 20 kilos de frijoles. "La última vez se nos acabó el aceite, así que mamá ha decidido reducir la cantidad de harina", explicó el joven de 24 años.
Domitilla parece tener muy claro lo que necesita, pero otros miembros del campamento agradecen la ayuda del personal de Caritas Burundi, quienes aconsejan qué comprar para asegurarse de que lleven una dieta completa y equilibrada. El Programa Mundial de Alimentos seguirá distribuyendo su mezcla preparada de harina de soja y maíz (CSB), un elemento nutritivo vital.
Las mujeres de Gasorwe han reaccionado de manera muy positiva al sistema de cupones y afirman que se sienten empoderadas. Además, también han recibido con los brazos abiertos la oportunidad de decidir lo que quieren comer en lugar de tener que conformarse con los ingredientes de los paquetes de comida.
"Me acabé cansando de preparar ugali [una especie de papilla hecha de harina de yuca] todos los días. Además, a los niños no les gustaba. Pero no tenía otra opción", dice Faida, otra refugiada. "Ahora puedo cocinarles arroz. Les gusta y están más sanos", añade con una amplia sonrisa.
Catherine Huck, portavoz de ACNUR en Burundi, explicó que el sistema de cupones está ayudando a que varias comunidades del campamento puedan cocinar sus platos tradicionales. "Poder elegir entre aceite de palma y de algodón o entre harina de maíz o de yuca es esencial para estas mujeres, que quieren proporcionar a sus familias algún conforto en medio de las duras condiciones de vida de los refugiados".
La economía local también está saliendo beneficiada. Trece comerciantes ofrecen sus productos en el mercado mensual de Gasorwe a través del contrato que han firmado con el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Este negocio extra para ellos es una ventaja.
"En el mercado de los refugiados estás seguro de que se venden tus productos, y en gran cantidad, además", dice Pancrace, que ha firmado un contrato de seis meses con el PMA y espera que se amplíe. Afirma que tiene mucha competencia local, así que ha recibido esta oportunidad con los brazos abiertos. "Sí, mi vida empieza a ir mejor", reconoce con entusiasmo este padre de diez hijos.
El negocio extra también está ayudando a los distribuidores locales e incluso a los de fuera. Para satisfacer las necesidades de las amas de casa de Gasorwe, Pancrace ha tenido que ir a Ruanda a comprar frijoles. Hasta los propietarios de bicicletas de la región se benefician. "Los refugiados me pagan con comida y puedo ganar hasta 10 kilos de harina al día", dice Mathias, que ayuda a los refugiados a llevar las compras a casa.
El sistema de cupones es un proyecto piloto que se está llevando a cabo en Gasorwe y otros dos campamentos de Burundi que acogen a 27.000 refugiados, la mayoría procedentes de la República Democrática del Congo. Si resultara exitoso, podría introducirse en los campamentos de refugiados de la región de los Grandes Lagos.
Por Isaline Wittorski. Campamento de refugiados de Gasorwe, Burundi
Gracias a la Voluntaria en Línea Esther Prieto Cano por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.