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Ante la crisis de la COVID, "Refugiados Sin Fronteras" teje una red de solidaridad para cerrar la puerta al hambre

Historias

Ante la crisis de la COVID, "Refugiados Sin Fronteras" teje una red de solidaridad para cerrar la puerta al hambre

La asociación, creada por refugiados venezolanos, apoya a colectivos vulnerables en España.
29 May 2020
Entrega de alimentos por parte de la Asociación Triángulo a Refugiados Sin Fronteras, para su posterior distribución.

Sergio Contreras llegó a España hace dos años y decidió fundar la asociación Refugiados Sin Fronteras junto a tres compatriotas venezolanos, Jesús Alemán, Susan Torres y Mariana Barrios. Querían ofrecer apoyo e información sobre lo que es el asilo en España a otras personas que estaban pasando por la misma situación a la que ellos se habían enfrentado a su llegada. 

Sin embargo, con la crisis de la COVID-19 y el confinamiento obligatorio, las peticiones de información que llegaban a diario a la asociación se multiplicaron y comenzaron a cambiar. Entre esos mensajes estaba el de Jhoana y su familia, una mujer venezolana con quien Sergio había coincidido a su llegada a España en un centro de acogida para solicitantes de asilo. “Apenas se decretó el Estado de Alarma, mi esposo se quedó sin empleo y tuvimos que empezar a pensar cómo íbamos a sobrevivir al siguiente mes. Uno no sabe qué es peor, si quedarse en la calle o no tener qué llevarse a la boca”, cuenta Jhoana.

Ante esta nueva situación y desbordados por peticiones similares, Sergio y el resto de miembros de Refugiados Sin Fronteras decidieron que tenían que actuar. “Si ya huiste de una crisis humanitaria en Venezuela, si ya huiste de la violencia en Colombia, si ya huiste de situaciones extremas en Nicaragua, en otros países donde la violencia genera destrucción y hambre, y llegaste al primer mundo, nunca te esperabas que esto te fuera a pasar: que el hambre se te metiera por la ventana o te tocara la puerta”, cuenta este venezolano afincado en Madrid, que tiene ya el estatuto de refugiado. 

Si ya huiste de una crisis humanitaria, nunca te esperabas que el hambre te tocara la puerta

Convencidos de que la solidaridad es la única forma de enfrentar las crisis, decidieron implicarse aún más y comenzaron a buscar soluciones para hacer llegar alimentos a las personas que habían recurrido a ellos en busca de ayuda. Sabedores de que ellos solos no podrían llegar a cubrir las necesidades, comenzaron a buscar contactos con la ayuda de un grupo de voluntarios, para recabar apoyos y entre todos poder marcar una diferencia real. Así lograron sumar diferentes colaboraciones como la de la parroquia madrileña de Santa Elena, que les cedió un local, varios restaurantes y empresas como Glovo, que apoya en la distribución de comida, y entidades como la Asociación Triángulo, que ha proporcionado alimentos.

 

Sergio Contreras junto al resto de fundadores de Refugiados Sin Fronteras: Jesús Alemán, Susan Torres y Mariana Barrios.

Gracias a la red de voluntarios y colaboradores que en poco tiempo han ido tejiendo, Refugiados Sin Fronteras está logrando distribuir unas 1.150 comidas calientes a la semana y paquetes de alimentos a más de 300 familias que se encuentran en una situación desesperada. Son en su mayoría familias refugiadas, solicitantes de asilo, migrantes… pero también hogares españoles a quienes la COVID-19 ha despojado de sus medios de vida. “No queríamos permitir que a la gente se le metiera el hambre sin permiso en casa”, explica Sergio para quien esta labor solidaria fue una forma de enfrentar el confinamiento. “Sabiendo que mucha gente está pasando por una situación muy crítica, no podíamos simplemente encerrarnos en casa, teníamos que hacer algo”, añade.

Sabiendo que mucha gente está pasando por una situación muy crítica, teníamos que hacer algo

La ayuda de Refugiados Sin Fronteras ha sido una tabla de salvación para muchas personas como Jhoana: “Gracias a Dios, Sergio nos ha apoyado muchísimo. Estuvieron un tiempo trayéndonos comida a casa y todavía hoy están ayudándonos“.

Aunque la pandemia del coronavirus es algo nuevo a nivel mundial, no lo es para Sergio la necesidad de no permanecer impasible y convertirse en un motor del cambio. En su Venezuela natal ya había organizado proyectos de comedores comunitarios, cocinando y ofreciendo comida a personas refugiadas de Colombia y compatriotas venezolanos que estaban en una situación de necesidad.

ACNUR calcula que unos 5 millones de refugiados y migrantes venezolanos se encuentran fuera de Venezuela, unos por el deterioro del contexto socioeconómico y muchos otros por la violencia y la persecución, como fue el caso de Sergio.

A pesar de las vicisitudes a las que ha tenido que ir haciendo frente a lo largo de su vida, Sergio lo tiene claro: “La solidaridad es una condición propia del ser humano, que te permite apartar las crisis y los momentos duros. En este momento es más necesario que nunca ser útil”.