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De cautiva a modista: una adolescente tiene una segunda oportunidad

Historias

De cautiva a modista: una adolescente tiene una segunda oportunidad

Rose está casada y espera su segundo hijo. Pero ella estaba en un mal lugar hasta que se encontró con el ganador del Premio Nansen para Refugiados de este año y comenzó a reconstruir su vida y aprender una habilidad.
19 September 2013
Rose amasando pan en la casa de la hermana Angélique.

DUNGU, República Democrática del Congo, 19 de septiembre de 2013 (ACNUR) – Es una mañana tranquila en Dungu, en la provincia de Orientale, en la República Democrática del Congo (RDC). Rose, de 18 años, lleva un bonito vestido bordado, un regalo de su marido por el Día de la Mujer, y está bañando a su bebé. Mientras hidrata a su pequeño con aceite de palma, éste le toca su barriga abultada, un pequeño hermano o hermana viene de camino. Esta escena de felicidad familiar habría sido difícil de creer hasta hace poco.

Cuando tenía 14 años, Rose fue secuestrada por el Ejército de Resistencia del Señor (Lord's Resistance Army-LRA) y pasó 20 meses en cautiverio. Fue rescatada por el ejército ugandés en 2011 y unas semanas más tarde descubrió que estaba embarazada. No tenía medios para sobrevivir, había sido rechazada por su madre y estaba a punto de volver a la selva. Fue entonces cuando conoció a la hermana Angélique, una monja que ha dedicado su vida a ayudar a mujeres y niñas que han sufrido la violencia del LRA.

"Como no podía reintegrarse en la comunidad, estaba pensando en volver a la selva", explicaba la hermana Angélique, recordando su encuentro con Rose. "La llevé conmigo y le di clases de panadería y costura". La religiosa también la convenció para que tuviera al bebé y lo quisiera. Su hijo tiene ahora dos años.

El LRA lleva actuando en la provincia congoleña de Orientale desde el año 2005 y ha secuestrado a unas 3.000 personas, entre ellas más de 1.000 niños. Los niños son utilizados como porteadores o son obligados a saquear pueblos. Las niñas son forzadas a convertirse en mujeres de los soldados del LRA y muchas de ellas dan a luz durante su cautiverio. Si bien muchos niños han sido liberados desde 2008, se cree que muchos más siguen viviendo en la selva.

Rose se encuentra entre las afortunadas. Hoy está casada y espera su segundo hijo. Conoció a su marido en el mercado donde cocinaba y vendía mandazis (bollos).

"Venía a comprar comida a mi puesto y le parecí guapa", comenta Rose con una voz dulce y suave. "Envió a un vecino para que hablara conmigo y pidió formalmente mi mano a mi padre, quien como vio que era un hombre serio, aceptó el compromiso. Yo estaba contenta de formar una familia y recuperar mi honor".

Su nueva vida es sencilla, pero feliz. Se levanta cada día a las cinco de la mañana, enciende el fuego y hace la comida antes de marcharse al campo o al mercado, donde vende mandazis y sopa. Tiene muchos clientes y a veces tiene que realizar dos servicios de cocina al día para satisfacer la demanda.

Durante el fin de semana le encanta coser. Cuando empezó con las clases de costura con la hermana Angélique, su sueño era tener su propia máquina de coser. Su sueño se hizo realidad y ahora las otras mujeres la consideran una gran modista. A menudo le piden consejo sobre cómo hacerse un vestido para un evento especial o uniformes escolares.

"He tenido muchos pedidos de vestidos para Pascua y el dinero que he ganado me ha permitido tenerlo todo listo para cuando llegue el bebé. Ya he comprado casi toda la ropa necesaria. Sólo me falta un conjunto más del mismo color que cuesta unos 4.5000 francos congoleños", explica Rose con una sonrisa.

Sin embargo, aún no ha podido olvidar completamente el trauma. Todavía sufre una enfermedad de transmisión sexual contraída durante su cautiverio y necesita asistencia médica constante. Rose también está luchando para que su marido acepte a su primer hijo. No quiere pagar los gastos del pequeño porque no es su hijo. Rose le ha contado el problema a la hermana Angélique y le ha pedido consejo.

Además de ayudar a las mujeres a ser económicamente independientes y a reconstruir sus vidas, la hermana Angélique también les ofrece asistencia mediando con sus familias y comunidades. El año pasado, tras varios meses de mediación, convenció a la madre de Rose para que se reconciliara con su hija.

Hoy en día la vida de Rose sigue siendo difícil, pero gracias a la hermana Angélique, tiene una segunda oportunidad para llevar una vida normal junto a su familia.

*Nombre cambiado por motivos de protección.

Por Céline Schmitt en Dungu, República Democrática del Congo