Descanso en un largo camino: un centro diurno ofrece servicios a personas en tránsito en el sur de Perú

José, de 29 años, se vio obligado a salir de Venezuela hace poco más de 3 años junto a Wilmaris, su pareja. Ahora viajan también junto a su niña de 3 años y su niño de 10 meses, nacido en Perú. Desde que salieron de su país, han cruzado varias fronteras en busca de seguridad y una vida mejor.

Cuando llegaron a Tacna, frontera sur del Perú con Chile, una señora se quedó mirando los pies de Wilmaris quien llevaba puestas unas sandalias viejas. “¿Por qué no te acercas al Centro Diurno? Ahí están brindando ayuda a familias que llegan a la ciudad”, le dijo.

Diariamente, personas refugiadas y migrantes de diferentes nacionalidades – venezolanas, colombianas, ecuatorianas, entre otras – y en menor medida peruanas, llegan al Centro Diurno, una iniciativa impulsada por la Cruz Roja Peruana; ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados; OIM, la Organización Internacional para las Migraciones; e HIAS en el marco del Grupo de Trabajo para Refugiados y Migrantes (GTRM). 

Desde abril, mes en el que abrió sus puertas, a julio de 2023, casi 2200 personas han recibido atención, de las cuales más de 650 han sido niñas, niños y adolescentes. El Centro consiste en un Punto de Atención y Orientación (PAO) que abrió sus puertas para cubrir las necesidades acuciantes de las personas refugiadas y migrantes en tránsito que se encontraban en Tacna, y para brindarles un espacio seguro. 

Su ubicación en la ciudad es estratégica para aquellas personas que van hacia Arica, Chile o las que salen de Tacna, Perú hacia el norte. A medida que el flujo de personas iba aumentando, la atención pasó a ser permanente de lunes a sábado de 8:00 a.m. a 5:00 p.m.

Los servicios que se ofrecen responden a las necesidades identificadas en los monitoreos de protección de ACNUR en frontera. Entre ellos están: baño y duchas, punto de hidratación, lavado de ropa, espacio seguro para el cuidado de niñas y niños, carga de celulares y conexión Wifi, primeros auxilios físicos, orientación y coffee break.

José y Wilmaris llevaban cargando su ropa y la de sus niños en una bolsa negra de plástico. En el Centro Diurno recibieron una mochila, bebieron agua potable y recargaron sus botellas, usaron los servicios higiénicos y accedieron al espacio lúdico, donde su hija mayor participó en un taller dictado por una promotora social.

Brayan, colombiano de 28 años, dejó su país hace un mes y medio, sin rumbo fijo. Brayan escapó de la falta de oportunidades de vida y de la violencia a la que estaba expuesto en su país, que ponía en riesgo a su familia. Se enteró del Centro Diurno a través de un flyer que recibió en el terminal de buses de Tacna. “Quise venir porque me dijeron que aquí podía lavar la ropa. Ya llevo mucho tiempo transitando y sin bañarme”.

Las personas refugiadas y migrantes emprenden muchas veces largos caminos, en los que no tienen acceso a agua potable y servicios higiénicos, la batería de sus teléfonos se agota y pierden conexión, no pueden dejar a sus niños solos ni por un momento, no acceden a tomar una ducha y dejan de lavar sus prendas por largos periodos de tiempo; y se enfrentan a dificultades como humillaciones, discriminación y xenofobia.

Sin embargo, también encuentran personas acogedoras y sitios seguros en su trayecto. Y en el Centro Diurno de Tacna, las personas refugiadas y migrantes llegan a un lugar amigable, donde no están expuestas a peligros. Pueden dejar sus cosas, compartir sus historias con los voluntarios del lugar, acceder a diferentes servicios, descansar y “recargar las pilas”, olvidando por un momento las preocupaciones del camino. 

Iniciativas como esta son posibles gracias al generoso respaldo de nuestros donantes. Desde ACNUR seguiremos trabajando junto a otras organizaciones para crear espacios seguros y amigables, y seguir impactando positivamente en la vida de las personas refugiadas y migrantes, en su búsqueda de un futuro mejor y en seguridad.