Hombre sursudanés se convierte en "refugiado" en la puerta de su propio hogar
Hombre sursudanés se convierte en "refugiado" en la puerta de su propio hogar
JUBA, Sudán del Sur, 2 de enero (ACNUR) – Chuol yace sobre un colchón de espuma en un campamento improvisado dentro del compound de la ONU, a tan sólo cuatro kilómetros de su propio hogar, con una herida de bala en su tobillo.
"Es muy doloroso", dice este padre de nueve hijos, aquí con 17 miembros de su familia ampliada. "Pero, ¿qué podemos hacer? Si vamos afuera, van a matarme".
Chuol, de 37 años, dice que fue herido el 15 de diciembre, el día en que la violencia se desató en Sudán del Sur, el país más nuevo del mundo. Siendo un vendedor en el mercado, él y su familia vivían en el distrito de Gudele, el epicentro de la violencia en la capital de Sudán del Sur, Juba.
Desde entonces, los combates se han extendido a siete de los 10 estados del país, desplazando a más de 180.000 personas dentro del mismo. Estos incluyen alrededor de 14.000 personas que se han asentado en campamentos improvisados en los terrenos de la base militar de la Misión de la ONU en Sudán del Sur (UNMISS, por sus siglas en inglés) en el área de Tong Ping, en Juba.
Chuol dice que cuando el fuego inició, él corrió en una dirección, su esposa e hijos lo hicieron en otra y su hermano en una tercera. A diferencia de otros en el campamento improvisado en la base de Tong Ping – en su mayoría de la tribu Nuer y percibidos como aliados del anterior vicepresidente Riek Machar – Lam no culpa a la tensión política.
El presidente del Sur de Sudán, Salva Kiir indica que Machar ha iniciado una rebelión; otros observadores hablan de una lucha política entre las dos figuras claves del país que ha desencadenado la violencia entre dos grandes tribus, la Dinka y la Nuer.
"Ellos estaban disparando en mi área, pero no sé por qué" dice Chuol, agregando que creía que el conflicto se iba a limitar únicamente a las fuerzas militares, "pero la lucha se extendió a los civiles".
Alguien apuntó hacia él cuando huía hacia los arbustos y una bala se alojó en su tobillo derecho. Más tarde logró sacarse la bala, pero dice que los huesos se le hicieron añicos. Señalando su tobillo hinchado, Chuol dice que creía que lo iban a matar si buscaba tratamiento en un hospital público.
Así que envió a su esposa e hijos a buscar refugio en Tong Ping y se quedó atrás porque no podía caminar. Fue hasta cuatro días después que unos amables desconocidos se acercaron a su hogar en un auto y lo llevaron al campamento. Apoyado en una vara, cojeó desde la entrada hasta el lugar donde su esposa había construido un cobertizo para la familia, apoyado a un contenedor de transporte.
Otros vendedores del mercado dieron a la familia algunas ollas de cocina y colchones sobre los cuales ahora Chuol pasa sus días con dolor. (Luego de esta entrevista, personal de ACNUR lo refirió para tratamiento médico).
Los soldados de UNMISS, en el país para proteger a los civiles, se han visto de repente convertidos en anfitriones de 14.000 huéspedes no esperados. ACNUR y sus socios han estado trabajando muy de cerca con los soldados, ayudándolos a familiarizarse con principios humanitarios como el de neutralidad y asegurándose de que las personas desplazadas dentro del complejo se encuentren adecuadamente protegidas.
La agencia de la ONU para los refugiados y sus socios también están trabajando para identificar los niños no acompañados, cuando posible reunirlos con sus familias, y mientras tanto alojarlos en hogares temporales.
Dentro del complejo, surgen varios negocios – un pequeño puesto de mercado y kioscos de recarga de teléfonos celulares – y luego de dos semanas, comienza a manifestarse una mentalidad de asedio. "Si salimos a comprar algo, pueden dispararnos", dice Choul.
Peter Trotter, oficial de protección de ACNUR en Sudán del Sur, confirma que la agencia para los refugiados ha recibido información creíble sobre personas que están siendo atacadas por su etnicidad en Juba y en otras partes del país.
"La coherencia y repetición de las historias nos lleva a creer que son verdaderas – sumado a lo que nosotros mismos hemos visto en los días posteriores al conflicto", dice Trotter.
Chuol – quien nunca había sido refugiado durante los 22 años de guerra entre el norte y sur del país, que llevaron a la independencia de Sudán del Sur en 2011 – ciertamente no esperaba ser un refugiado de hecho, a tan sólo una hora a pie de su propio hogar.
Pero ahora, dice, su familia lo ha perdido todo. Cuando salió de los arbustos luego de que los disparos cesasen, contó 17 cuerpos de amigos y vecinos. Encontró que su casa había sido despojada de los muebles y de toda la ropa de su familia y que las provisiones de su negocio habían sido saqueadas.
Luego del trauma, su numerosa familia no espera dejar este campamento improvisado en un corto plazo. "¿Qué vamos a hacer? Todos estamos sufriendo" dice Chuol. "Vamos a quedarnos aquí hasta que Dios nos muestre el futuro".
Por Kitty McKinsey en Juba, Sudán del Sur.
Gracias a la Voluntaria en Línea Judy Wu por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.