Nuevo proyecto de Cáritas RJ capacita personas refugiadas en tecnología de la información
Nuevo proyecto de Cáritas RJ capacita personas refugiadas en tecnología de la información
“Oportunidad” es una palabra sagrada para las personas que se encuentran en situación de asilo. Una persona que deja atrás su país a toda velocidad y llega a una tierra extraña en busca de paz y de un nuevo comienzo no suele desperdiciar las oportunidades que se le presentan en el camino. Prueba de ello era el aula abarrotada de personas refugiadas y solicitantes de asilo en un edificio del centro de Río de Janeiro, en un soleado sábado con temperaturas por encima de los 30 ºC.
La escena reflejaba la última estrategia del Programa de Atención a Refugiados y Solicitantes de Asilo (PARES, por sus siglas en portugués) de Cáritas Río de Janeiro para introducir en el mercado laboral a los cientos de personas a las que atienden cada semana.
En colaboración con la Fundación Banco do Brasil y con la Cisco Networking Academy, y con el apoyo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la organización lanzó en el primer trimestre de 2019 el proyecto Mediación para el Aprendizaje de Refugiados y Solicitantes de Asilo (MARES, por sus siglas en portugués). La iniciativa consiste en la promoción de diversas acciones de capacitación profesional.
En esa primera fase, el proyecto contó con una inversión social de la Fundación Banco do Brasil para montar y equipar un aula en la que ofrecer cursos gratuitos de computación y tecnología de la información impartidos por la Academia Cisco, de renombre internacional.
No cabe duda de que se trata de una oportunidad única para formarse en el competitivo mercado laboral de Río de Janeiro. Con razón la palabra aparece en boca de varias personas que ya realizaron los dos primeros cursos: “Conéctese” (introducción al mundo digital) y “Emprendimiento”.
“Estos cursos de Cisco no cuestan menos de 2.000 dólares en Congo”, comentó Wilfred Ikuku, que trabajaba en su país en empresas de prospección minera y es hoy oficial de una multinacional especializada en la producción de fibras ópticas.
“Sinceramente, esta formación es una bendición para mí porque me permitirá tener una ligera ventaja en relación con otros colegas que no han tenido esta oportunidad”.
Entre marzo y abril 35 personas de países como República Democrática del Congo, Angola y Venezuela asistieron a las clases semanales del proyecto MARES, con objeto de obtener un certificado emitido por la Academia Cisco.
Entre ellas se encontraba la ingeniera Yennifer Zárate. Del mismo modo que el congoleño Wilfred, la venezolana trabajaba en su país en una empresa multinacional minera que fue expropiada por el gobierno; acabaron despidiéndola para hacer sitio a militares. Después se sucedieron dos tragedias: la pérdida de un hijo recién nacido y la muerte de su marido en un accidente.
“Mi hijo murió porque el hospital no disponía de oxígeno, algo tan sencillo”, lamentó. “Pensé: en poco tiempo moriré yo también, ya no tengo nada que hacer en mi país. Pero cuando llegué a Brasil (en enero de 2018) no tenía ya muchas esperanzas de nada. No tenía ganas de vivir”.
Pese a todo, Yennifer reunió fuerzas para seguir adelante. Tomó un autobús con rumbo a Manaos y allí se dedicó a vender chocolates en las calles y empeñó todos los anillos que había traído con ella, incluida su alianza. Con el dinero que pudo reunir, tomó un vuelo a Río de Janeiro.
“Manaos es muy linda, pero yo no sentía motivación. Quería estar en una ciudad más grande, con más oportunidades”.
En Río, la venezolana encontró la oportunidad que tanto buscaba. A través del programa PARES de Cáritas RJ, fue derivada a una casa de la Asociación de Apoyo a la Mujer Portadora de Neoplasia (AAMN) en la que pudo empezar a coser por cuenta propia y, así, producir cojines y paños de cocina que después podía vender. Este pequeño negocio la animó a matricularse en el curso de emprendimiento de la Academia Cisco, ofrecido en el seno del proyecto MARES.
“Necesitaba pistas, estaba trabajando sin orientación. No sabía por dónde empezar, cómo hacer realidad las ideas que tenía en la cabeza. Ahora tengo registro de MEI (microemprendedor individual), ya compré máquinas y algún día quiero abrir una tienda. El curso me ayudó a comprender cómo puedo hacerme empresaria”.
Karen Ramos, otra venezolana, tiene aún más prisa que su compatriota. Llegó a Brasil en febrero de 2019 y en marzo ya estaba asistiendo a los dos cursos iniciales del proyecto MARES. Formada en diseño, vio en estos cursos de introducción al mundo digital una oportunidad para aprender la terminología de su área en portugués. Pero Karen alimenta también el sueño de emprender en otro ámbito.