Programa educativo en Malawi trae esperanzas a los refugiados
Programa educativo en Malawi trae esperanzas a los refugiados
CAMPAMENTO DE REFUGIADOS DE DZALEKA, Malawi, 7 de diciembre (ACNUR) – Jean Lusambo* no podía creer que sería confinado en un campamento de refugiados. El congolés de clase media rompió a llorar en su llegada.
Originario de Lubumbashi en el sur de la República Democrática del Congo (RDC), su familia pudo mandarlo a la universidad y le estaba yendo bien, escribiendo poesía y trabajando como periodista y músico a media jornada. Empezó a ser reconocido por su música e incluso tenía un par de videos tocando en la televisión local.
Todo cambió cuando tocó su canción sobre la paz en un concierto local. La canción se consideró que iba en contra del gobierno y le empezaron a seguir. Preocupado por su seguridad, se trasladó a otra ciudad de la RDC, pero pronto le reconocieron y volvió a sentirse en peligro.
Lusambo decidió huir a Zambia después de que le dieran el nombre de otra persona congolesa en Lusaka con quien podría quedarse. Pero en su llegada, la familia le dijo que no podía alojarle por mucho tiempo o los arrestarían.
"En ese momento tuve mucho miedo. ¿El que se suponía que me iba a ayudar dice que se metería en problemas si se descubriera que me estaba ayudando? Me sentí desesperanzado", remarcó Lusambo. La familia le permitió quedarse en su casa una noche antes de ayudarle a alcanzar la frontera con Malawi para solicitar asilo.
Lusambo, que habla francés, swahili y lingala, fue incapaz de comunicarse con el primer funcionario de inmigración, pero después de varias horas apareció otro funcionario que hablaba un poco swahili. Entendió que Lusambo necesitaba protección y se le permitió registrarse como solicitante de asilo en Malawi.
Aliviado ahora que estaría a salvo, Lusambo pensó que se le permitiría viajar a la capital, Lilongwe. Tenía dinero para quedarse en una pensión o en un hotel. En vez de eso, le dijeron que sería trasladado al campamento de refugiados de Dzaleka donde se alojaría. Lo único que sabía Lusambo sobre campamentos de refugiados es lo que había visto en la televisión.
"Tengo imágenes de personas pobres pidiendo comida. Yo provenía de un buen pasado. Era conocido y respetado. Lloré cuando llegué al campamento. Había dejado de ser alguien".
La política actual de Malawi no permite a los refugiados vivir o trabajar fuera del campamento. Alberga más de 15.000 refugiados y solicitantes de asilo, la mayoría de RDC, Ruanda y Burundi. Casi todos residen en el campamento de Dzaleka, aproximadamente a 50 kilómetros de Lilongwe.
A pesar de que tenía refugio, comida y sus necesidades básicas estaban satisfechas, Lusambo se deprimió mucho. No podía ver un futuro.
Sin embargo, a finales de 2010, después de más de dos años en Dzaleka, el socio de ACNUR el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) comenzó un programa para desarrollar destrezas que se emplearía en el campamento. El Servicio Comunitario de Planes de Estudio (CSTL, por sus siglas en inglés) está dirigido a mejorar la formación profesional o la educación secundaria proporcionando facilitadores in situ con acceso a pericias y materiales de las universidades jesuitas de los Estados Unidos.
Estos cursos, que cuentan tanto con enseñanza presencial como online, van dirigidos a necesidades específicas de la comunidad, identificadas por los propios miembros de la misma. Los programas actuales incluyen cursos sobre salud comunitaria, negocios y el mundo del empresario, comunicación y desarrollo comunitario. Al finalizar el curso, los estudiantes reciben un certificado conjunto de la universidad que apoya el plan de estudios y el SJR que da oportunidades de trabajar con organizaciones del campamento.
Después de terminar el plan de estudios de comunicación, Lusambo y otras personas que realizaron el curso se dedicaron a producir materiales comunicativos necesarios en el campamento, como mensajes sobre la sanidad y las condiciones de salubridad. Lusambo además produce videos sobre la vida en el campamento que se enseñan a los residentes con mensajes importantes del gobierno, ACNUR y otros socios.
"Después del curso, pude ver mi vida de otra forma. No veía mi vida como si hubiera terminado", dijo Lusambo, que ahora tiene 29 años. "La gente se interesaba por mí. El personal de SJR puede hablar a los visitantes del campamento sobre mí y mi trabajo produciendo videos y materiales de comunicación. Me di cuenta entonces que puedo hacer cosas mejores que antes. Podría tener un papel importante. Podría ser conocido internacionalmente y quizás mis poemas se publicarían".
Hasta ahora 165 estudiantes, tanto refugiados como miembros de la comunidad local, se han matriculado en las clases.
Como dice Snezana Sazdic, la representante regional de ACNUR para el sur de África, "está claro que a través de este programa los refugiados no solo obtienen destrezas, sino que también están mejorando su dignidad y su sentido de autoestima".
*Los nombres han sido cambiados por motivos de protección.
Por Tina Ghelli en el campamento de refugiados de Dzaleka, Malawi
Gracias a la voluntaria de UNV Online Laura Gil Mendoza por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.