Un sueño se hace realidad para una niña siria que dejó atrás lo más importante
Un sueño se hace realidad para una niña siria que dejó atrás lo más importante
CAMPO DE REFUGIADOS DE DOMIZ, Irak, 12 de junio de 2013 (ACNUR) – La preciosa niña parecía confusa cuando una trabajadora humanitaria fue a su tienda y le entregó una caja de cartón. Contenía una muñeca y una tarjeta. Cuando se dio cuenta de que era para ella, la cara de May se transformó en una sonrisa de felicidad. Lo que más echaba de menos desde que dejó su casa en Damasco era su muñeca Nancy, y ahora alguien desde el otro lado del mundo le había mandado una para reemplazarla. Este gesto le ha devuelto la esperanza en la humanidad.
Esta emotiva historia ocurrió a comienzos de esta semana y acercó a May, refugiada siria en el norte de Irak, y a una niña británica de cinco años llamada Mimi Fowler, cuya familia vive en Tailandia. Por casualidad se enteró de la historia de May gracias a una serie de fotos tomadas por el fotógrafo americano Brian Sokol para la Agencia de la ONU para los Refugiados que fueron publicadas en los principales medios de comunicación y en las páginas web de ACNUR.
"No me esperaba que Mimi me mandara una muñeca, pero estoy feliz de saber que tengo una nueva amiga que se preocupa por mí" decía May al personal de ACNUR en el campo de refugiados de Domiz mientras abrazaba su juguete y leía la carta que venía desde Tailandia. "Esta muñeca me recuerda a mi vieja muñeca Nancy que se quedó en Siria. Llamaré a mi nueva muñeca Mimi en honor a mi nueva amiga".
La madre de Mimi, Nilufar, contó al personal de ACNUR en Bangkok la historia de cómo habían enviado este regalo a una completa desconocida en otro país. Recuerda que estaban viendo un día de marzo las noticias en televisión cuando comenzaron a dar información sobre Siria. Incluía imágenes de niños en el país. "Mimi siempre se ha interesado por saber cómo viven otros niños y empezó a hacer preguntas sobre quienes eran y porqué estaban tan tristes" explicaba Nilufar.
La niña quiso saber más y su madre entró en internet y descubrió el aclamado e impactante proyecto fotográfico de Brian Sokol titulado "Lo más importante" y centrado en los objetos "valiosos" que los refugiados sirios se pudieron llevar consigo al exilio. Entre las fotos estaba la de una triste May que decía que se había dejado su muñeca en Siria, con las prisas por escapar rápido el pasado mes de agosto.
"Mimi siguió preguntando por May, si estaría triste por haber perdido su muñeca y si podría conseguir otra, pero la respuesta era clara: "Probablemente no" cuenta Nilufar, añadiendo que al día siguiente Mimi se acercó con su hucha de cerdito y le preguntó si podía sacar el dinero para comprar una muñeca a May.
La niña inglesa estaba decidida a comprarle una nueva muñeca a May en lugar de enviarle una de las viejas que ella tenía. Nilufar dijo que le "rompía el corazón pensar que esta niña echara tanto de menos a su "amiga". Así que si Mimi quería hacer algo bueno, yo sentía que tenía que ayudarla". Nilufar además se sentía identificada con May y su familia porque su propia madre es de la etnia tamil, de la región de Jaffna, en el norte de Sri Lanka, y tuvo que huir de su hogar varias veces en los años de la guerra civil en esta nación del sudeste asiático, entre 1983 y 2009.
Encontrar una muñeca adecuada fue bastante difícil, dice Nilufar. "Me preocupaba que, si enviábamos algo culturalmente sensible, May nunca recibiría su nueva Nancy. Así que tenía que ser algo de aspecto claramente infantil, nada de Barbies o princesas Disney, sólido y envuelto. Llevó un tiempo pero al final encontramos la adecuada".
Llevaron la muñeca a la oficina de ACNUR en Bangkok y así comenzó un largo viaje hasta llegar Domiz y a May. El portavoz de ACNUR Babar Baloch llevó en mano la muñeca hasta Ginebra, no sin llamar la atención de la gente en su camino. Después otro compañero llevó la muñeca hasta Amán, en Jordania, donde comenzó el final de su trayecto, que le llevó esta semana hasta la región del kurdistán, en Irak, donde está ubicado el campo de Domiz.
El propio viaje de May al campo de Domiz no fue tan largo pero sí mucho más peligroso, lleno de incidentes y traumático. Nació y creció en la capital de Siria, Damasco. La guerra llegó a su distrito el año pasado, cuando una serie de explosiones impactaron en el bloque de apartamentos donde vivía con su familia.
May, sus padres y tres hermanos pequeños corrieron para ponerse a salvo antes de que el edificio se desplomara enterrando bajo los escombros sus pertenencias, entre ellas la muñeca Nancy de May. Logró coger algunas pulseras, con las que más tarde Brian Sokol la retrató para su proyecto. La familia vivió en una mezquita durante casi tres semanas antes de decidirse a abandonar Siria.
Tardaron dos días en llegar a la frontera en coche, a unos 800 kilómetros de distancia. Caminaron durante dos horas para cruzar a la región del kurdistán iraquí, donde fueron registrados y trasladados al campo de refugiados. El ser de etnia kurda les ayudó. "Es muy difícil rehacer tu vida después de haber perdido todo, pero por fin nos sentimos seguros y acogidos por la gente del kurdistán" dice Hyat, la madre de May.
En el campo de Domiz compartieron una tienda con otras tres familias durante un tiempo, pero hace seis meses que ya tienen una para ellos solos. El padre de May trabaja como conductor para una cadena de supermercados de la ciudad de Irbil, a unos 170 kilómetros, pero les visita una vez al mes y trae dulces para sus queridos niños. Su sueldo ayuda a la familia. Mientras, May acude a la escuela en el campo y está bien.
Sus asignaturas favoritas son los idiomas: árabe, kurdo e inglés. Sueña con ser médico y especializarse en el cuidado de niños. Pero, aunque tiene muchos amigos en el campo, donde viven 40.000 personas, no tenía ningún juguete . . . hasta esta semana.
Por eso el regalo de Mimi es aún más valioso. Saber que tiene a alguien lejos que se preocupa por ella y su familia es una gran motivación para esta brillante niña. "No conozco a Mimi pero es muy amable y ya me cae bien. Ojalá algún día pueda conocerla y jugar con ella" dijo, añadiendo que ahora la muñeca y la carta de Mimi son sus posesiones más preciadas.
Por Natalia Prokopchuk en el campo de refugiados de Domiz, Irak y Vivian Tan en Bangkok, Tailandia