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Las mujeres refugiadas son poderosas

Historias

Las mujeres refugiadas son poderosas

8 March 2022
Exposición fotográfica de mujeres poderosas.

Como muchas mujeres en América Latina, Alba* vivía prisionera en su propia casa en Guatemala. Alba era víctima de violencia reiterada por parte de su pareja, hasta que decidió huir.

“Era como un fango, yo estaba en un hogar que no era hogar, era una trampa que no se puede ver hasta que una decide salir de ahí, ya que maduras y puedes ver las cosas con calma”, cuenta mientras seca las lágrimas de su rostro.

Hoy, Alba es refugiada en Nuevo León, México y forma parte del Programa de Integración Local del ACNUR.

“Estaba muy confundida. Yo quería tanto al hombre, pensé que la felicidad era permanecer como una familia unida, mantenerlo al lado de mis hijos, ahora sé que no es así. Mi vida estaba en peligro y la de mis hijos también”, comenta.

Miles de mujeres en América Latina salen todos los días de sus lugares de origen huyendo de la violencia y el miedo constante por sus vidas y las de sus hijos[1]. En 2020, países como Honduras y El Salvador se encontraban dentro de los lugares con mayor incidencia en las tasas de feminicidios, según datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y El Caribe. Mientras que, en 2021, de las 131 mil solicitudes de asilo en México, 41% fueron mujeres, muchas de las cuales han sido víctimas de violencia de género. Aunado a ello, las mujeres refugiadas y en contexto de movilidad enfrentan otros tipos de violencia y discriminación que derivan no sólo de su género sino de su nacionalidad, estatus migratorio, etnicidad, entre otras.

Un día, el hijo de Alba sufrió una herida y perdió la visión de un ojo como resultado de las carencias y violencia que se vivían en la cotidianidad de su hogar. Alba sabía que su pareja la culparía a ella y podría cumplir las amenazas de muerte que constantemente le hacía. En ese momento decidió que no podía seguir poniendo su vida ni la de sus hijos en peligro. Tomó lo que cupo en una mochila y salió de su casa con ayuda de su mamá y otros familiares y llegó a México.

Aunque sea doloroso recordarlo, Alba ahora tiene la oportunidad de rehacer su vida con la tranquilidad de que está a salvo, para por fin reunirse con sus hijos. Saber que ellos están bien es su motivo para seguir, si no se hubiera marchado, no tendría oportunidad de seguir luchando.

 

Exposición fotográfica de mujeres poderosas.

“Alba es una mujer poderosa que ha encontrado la tranquilidad de vivir en un país como refugiada y que no se rinde para poder cumplir sus sueños; es una mujer poderosa que nos enseña la importancia de crear espacios seguros en los que se sientan libres de sus agresores” señaló Ella Virtanen, Oficial Asociada de Protección del ACNUR en Monterrey.

Historias de mujeres refugiadas como Alba en el norte de México han sido retomadas por ACNUR, que en conjunto con socios y aliados como HIAS, Sexualidades A.C., Alternativas Pacíficas, Comisiones Estatales de Derechos Humanos de Nuevo León, Baja California y Coahuila, Centro de Justicia para la Mujer, Inmujeres, Laboratorio Cultural Ciudadano de Nuevo León, instituciones de gobierno y organizaciones de la sociedad civil, enfoca sus esfuerzos en las mujeres refugiadas y en la violencia generalizada que viven; resaltando la importancia de reconocer la violencia de género ejercida sobre mujeres migrantes y refugiadas para ampliar la atención de mujeres y niñas que han sido violentadas en sus caminos.

Paneles, proyecciones del documental mexicano “Batallas íntimas” de Lucía Gajá, foros sobre masculinidades, carreras y rallies de sensibilización, talleres de empoderamiento, pinta de murales y el cierre con una exposición fotográfica de mujeres “poderosas” han formado parte de las actividades sobre la eliminación de la violencia de género emprendidas en Monterrey, Saltillo, Tijuana, Mexicali y Ciudad Juárez.  

Rosario es otra de las mujeres refugiadas que fue retratada para la exposición de mujeres poderosas, pues a pesar de las dificultades, ha logrado levantarse y reconstruir su vida. En su camino ha encontrado personas que le abren las puertas de sus hogares y negocios para crear comunidades más fuertes.

“En ese momento [al salir del país] tenía mucho miedo, mucho dolor por dejar a mi madre y mis hermanas, pero al llegar a México me di cuenta que tener la oportunidad de empezar de nuevo me llena de fuerza, valor para enfrentar la vida, porque si lo hicimos una vez tengo la capacidad de volverlo a hacer” cuenta Rosario. 

“Es trabajo de todas y todos poner fin a la violencia de género desde nuestras casas, empleos, calles, comunidades y países, reconociendo los privilegios que tenemos para dar voz a quienes no han podido ser escuchadas. Es momento también de reconocer a quienes han luchado para llegar a donde están, de reconocer que las mujeres refugiadas son poderosas, como señaló Shant Dermegerditchian, Jefe de la Sub-Oficina del ACNUR en Nuevo León.

*Los nombres pudieron haber sido cambiados por motivos de protección.

 


[1] Para conocer más sobre el tema, consulta “Mujeres en fuga” una serie de relatos de refugiadas que huyen de El Salvador, Guatemala, Honduras y México: https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2016/10666.pdf