Todo comienza con un vaso de agua
Todo comienza con un vaso de agua
PALENQUE, México - El cansancio por la larga caminata y los más de 30 grados centígrados que marca el termómetro provocan que en el albergue J’Tatic, en Palenque, Sor Silvia esté preparada para rellenar de agua las botellas de plástico que llevan consigo los que van de paso y ayudarles a calmar la sed.
Lo mismo ocurre a 60 kilómetros de distancia, en la comunidad zapatista Emiliano Zapata, donde indígenas choles han acondicionado un espacio para recibir personas solicitantes de asilo y migrantes, a quienes también provén primeramente de agua.
En las comunidades fronterizas del estado de Tabasco, como La Palma y Emiliano Zapata III, hay familias que han optado por ayudar a los que llegan de paso, empezando con darles un vaso de agua fresca.
Sin embargo, por lo general, los actores solidarios con las personas refugiadas y migrantes tienen que comprar el agua purificada que luego dan gratuitamente.
Para subsanar esta situación, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en alianza con la organización Watara, ha donado filtros de agua potable a quienes asisten a personas refugiadas.
Los filtros pueden abastecerse de cualquier fuente, es decir, de agua de pozo, agua de lluvia, agua de río o agua entubada, y eliminan el 99 por ciento de bacterias y virus.
“En temporada de calor, la gente se queda sin agua y aquí no hay un lugar donde puedan abastecerse del líquido. A nosotros nos cuesta el agua embotellada y no les vamos a dar agua de la llave. Compramos garrafones de agua purificada y les damos la oportunidad de que llenen su botella”, dijo Tilo López, integrante de la cooperativa Nueva Alianza, en Frontera Corozal.
Esta cooperativa se encarga de la operación del centro turístico que lleva a las personas a los sitios arqueológicos de Yaxchilán y Bonampak, pero ha decidido tomar acción humanitaria en favor de las personas solicitantes de asilo y migrantes.
“Este nuevo filtro será de mucho apoyo para que se puedan abastecer de agua”, añadió Tilo.
Amanda Zetina y su hijo, Bérulo Zetina Quip, viven en la comunidad de La Palma en Tabasco, frontera con Guatemala, y por casi dos décadas han proveído de agua, alimentos y alojamiento a las personas que cruzan la frontera, que mayoritariamente son de Honduras.
Amanda, mexicana de origen guatemalteco, explicó que en ocasiones viajan a un rancho para dotar a las personas de agua contenida en bolsas de plástico. Las bolsas las llevan en una nevera, y cuando van a empezar a repartirlas, las personas las arrebatan con desesperación.
“Yo compro el agua purificada, a veces se gasta hasta un garrafón completito. El filtro va a ser muy útil”, comentó.
Paulina Zanela, directora de Watara, explicó que estos filtros representan una solución a pequeña escala y cubren la necesidad más básica que tienen migrantes y solicitantes de asilo: hidratarse con agua limpia.
“Lo primero que vi en el primer albergue que visitamos fue gente en la puerta con dos botellitas de agua pidiendo que se las llenaran. Fue muy evidente que s la necesidad número uno”, refirió.
Dotar de filtros de agua a las comunidades forma parte de las acciones que toma el ACNUR en materia de sustentabilidad, para que albergues y comunidades puedan utilizar sus recursos de manera más eficiente y reducir los costos de la asistencia humanitaria.