Niños y niñas refugiados participan en una actividad de ocio en un cine de São Paulo
Niños y niñas refugiados participan en una actividad de ocio en un cine de São Paulo
Que en un soleado día de verano los niños y las niñas estén encantados de ir en medio del día a una sala oscura y fría puede parecer extraño, pero así se sentían los más de 50 pequeños refugiados que participaron en el Cineclubinho, un proyecto organizado por Sesc-SP y que presentó el sábado 2 en São Paulo su programación para 2019.
Niños y niñas estaban ya inquietos por la mañana por tener la oportunidad de ir juntos una vez al mes a ver una película infantil de forma gratuita. “Ese día es como si fuera su cumpleaños”, cuenta Nour, madre de cuatro hijos a los que acompaña desde el año pasado a la sesión de cine para niños y niñas refugiados que se proyecta los sábados en CineSesc.
Las películas se seleccionan con esmero para que abarquen temas infantiles con rasgos culturales variados. Se buscan producciones de diferentes países, también brasileñas, para que los pequeños puedan sumergirse mientras se divierten en temas como ciudadanía y pertenencia, con una perspectiva de ocio educativo.
“Los niños y las niñas refugiados tienen recuerdos y experiencias de vida difíciles en diferentes aspectos. El cine resulta extremadamente importante para estimular en ellos la fantasía y la imaginación, de modo que puedan acabar con las percepciones que les afectan a diario”, nos contó Vivianne Reais, directora de IKMR, una organización socia de ACNUR que trabaja con niños y niñas refugiados de São Paulo.
Además de ampliar las referencias de ocio de niños y niñas, los intercambios y el fortalecimiento de lazos sociales son otros factores relevantes para que los menores tengan la posibilidad de desarrollarse de manera integral.
“Entendemos el cine como un espacio de convivencia y socialización. Este momento que propiciamos para las familias refugiadas refuerza precisamente la importancia de fortalecerse, aprendiendo cada vez más a gestionar la diferencia desde una perspectiva más afectiva, en un ambiente de acogida, con estéticas, repertorios e idiomas diferentes”, afirma Gabriela Rocha, animadora cultural de CineSesc.
Además de entretenimiento, menores y adultos viven un momento en el que se pueden desconectar un poco de los problemas cotidianos y disfrutar de contenidos culturales en espacios públicos acogedores y socialmente accesibles; en la ciudad, en muchos casos el acceso a la cultura viene determinado por el presupuesto familiar.
El joven sirio Walid, de 15 años, acompañó a sus cuatro hermanas pequeñas por quinta vez, y nos contó que pretende seguir viniendo, aunque este año planea dedicarse más a los estudios.
“El año pasado ya me fue muy bien en la escuela. Estoy a punto de graduarme y quiero tener buenas notas en los exámenes para poder acceder a una profesión valorada y que me haga feliz”, nos explicó el adolescente, que pretende dedicarse a la tecnología de la información o a las relaciones internacionales. Quién sabe: hasta que llegue el momento de decidir, puede que alguna de las películas le ayude a orientar su camino.
La inmersión de niños y niñas refugiados en el cine transcurre exactamente como estaba planeado. En cada nueva sesión, algunas personas que ya vinieron antes insisten en repetir, mientras que otros niños y adultos acuden por primera vez a disfrutar de una sesión que corre por cuenta de la casa, igual que el transporte y las palomitas de maíz.
ACNUR actúa de manera articulada para integrar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en su plan de trabajo, incorporando la Agenda 2030 para promover sociedades pacíficas, justas e inclusivas, libres de miedo y violencia. La descripción de esta materia se relaciona directamente con el Objetivo 4: Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.