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En Nepal, los esfuerzos de una madre inspiran un movimiento nacional en defensa del derecho a la identidad

Historias

En Nepal, los esfuerzos de una madre inspiran un movimiento nacional en defensa del derecho a la identidad

Las hijas de Deepti Gurung no contaban con documentos de identidad. Sin embargo, ella logró que se reconociera la identidad legal de ambas y, por tanto, se ha convertido en un potente motor de reformas constitucionales para prevenir la apatridia.
8 October 2024
Dos mujeres nepalíes, sentadas frente a un escritorio, revisan un documento; detrás suyo, un pintarrón lleno de texto

Deepti Gurung (izquierda), fundadora de la Red de Personas Afectadas por la Ley de Nacionalidad (Citizenship Affected People’s Network, CAPN), analiza un caso con Sangita Karki, su colega, en su oficina en Kathmandu. 

El cuerpo entero de Deepti Gurung se involucra cuando ella ríe: los ojos se cierran, los dientes se desnudan, la lengua se asoma y los hombros se sacuden. Sea que esté riendo o trabajando, esta apasionada mujer de cincuenta años nunca hace las cosas a medias. 

La alegría que con frecuencia la invade no coincide del todo con la larga lucha que ha librado para que las mujeres en Nepal gocen de los mismos derechos ciudadanos y para que toda la población del país tenga una identidad legal. La batalla empezó en su vida personal, con sus hijas (Neha y Nikita), que fueron abandonadas por el padre biológico cuando eran muy pequeñas. 

“Empecé este proyecto simplemente como madre de dos hijas”, comentó Deepti hace poco en la oficina de su organización (Citizenship Affected People’s Network, CAPN), en Kathmandu, en una húmeda mañana monzónica. La movía una cuestión personal: “¿Cómo es posible que mi propio país no reconozca la existencia de mis hijas?”. La respuesta, por desgracia, resultó ser complicada.

Invisibilidad

Según la legislación nepalí, una madre no podía transmitir la ciudadanía a sus hijas o hijos; por tanto, Neha y Nikita no tenían una nacionalidad y carecían de personalidad jurídica. En consecuencia, no tenían acceso a servicios básicos ni a derechos fundamentales, como asistir a la universidad, conseguir un empleo formal, abrir una cuenta bancaria, obtener un pasaporte o adquirir una tarjeta SIM. “No tener la ciudadanía implica ser invisible”, recalcó Deepti. “La ciudadanía es la llave para todo”. 

Sin importar que vivan en su propio país ni que jamás hayan sido desplazadas o forzadas a cruzar una frontera internacional, las personas sin identidad legal entran en el ámbito de competencia de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, cuyo mandato dicta que debe prevenir y responder a la apatridia, así como defender a las personas apátridas alrededor del mundo. Para reconocer su compromiso con la igualdad de género y la defensa del derecho a la identidad en Nepal, Deepti ha sido seleccionada como ganadora del Premio Nansen para los Refugiados de 2024 para Asia. 

Deepti trabajaba en el sector turístico en el Valle de Pokhara, un famoso destino para hacer alpinismo en los Himalayas. Con sus dos hijas formó una unidad femenina que la llenaba de felicidad. En 2009 se reencontró y contrajo matrimonio con Diwakar Chettri, un amigo de la infancia. Él se incorporó a la familia, y las niñas no tardaron en llamarlo baba (o sea, padre). “Éramos felices”, aseveró Deepti. 

Tres personas en una sala: de izquierda a derecha, una chica que está sentada en un sofá sostiene un teléfono móvil en la mano, detrás suyo, una mujer y un hombre que tienen la mirada fija en el teléfono móvil

Deepti; Diwakar Chettri, su esposo (derecha); y Nikita, la hija más chica, en una videollamada con Neha, la hija mayor, que está estudiando en Estados Unidos. 

Un día, una de las hijas de Deepti (Neha, que ahora tiene 27 años) volvió de la escuela llena de angustia: dado que no tenía manera de acreditar su ciudadanía, no se le permitió presentar el examen para ir a la escuela secundaria. Deepti presentó el caso de su hija ante las autoridades locales, pero recibió un trato degradante de diversos funcionarios (todos hombres). No solo se burlaron de ella, sino que también la llamaron “madre virgen”, cuestionaron su moral y pusieron en tela de juicio la legitimidad de sus hijas por la ausencia del padre biológico. “Fue muy doloroso: me desnudaron con sus palabras”, recordó Deepti. 

En ese momento, Deepti se enteró de que la ciudadanía de sus hijas – y, por ende, el futuro de ambas – dependía de un padre ausente del que nunca habían recibido nada, un hombre que salió de sus vidas y que cortó todo vínculo con ellas, una persona cuyo paradero desconocían. 

Así empezó la lucha...

Esta humillante revelación detonó el activismo de Deepti. Aunque se sentía perdida, abandonada y sola, creó un grupo en Facebook en 2012; lo llamó “Citizenship in the Name of Mother” (Obtener la ciudadanía por conducto de las madres). El grupo se popularizó, y Deepti conoció a Meera Dhungana, una abogada del Foro de Mujeres, Legislación y Desarrollo (Forum for Women, Law and Development, FWLD), una reconocida organización no gubernamental en Nepal.

Meera Dhungana aceptó llevar el caso de las hijas de Deepti a los tribunales. El Foro de Mujeres, Legislación y Desarrollo es socio de ACNUR y durante mucho tiempo ha abogado por la igualdad de género, incluido el derecho de las mujeres a transmitir la ciudadanía a sus hijas e hijos. 

En ese momento, la constitución de Nepal estaba siendo revisada, así que Deepti y el Foro de Mujeres, Legislación y Desarrollo aprovecharon la oportunidad: no solo solicitaron que se otorgara la ciudadanía a Nega y a Nikita, sino que solicitaron un cambio mucho más amplio para que las mujeres pudieran transmitir la nacionalidad del mismo modo en que lo hacen los hombres. 

Tres mujeres nepalíes charlan sentadas en una sala

Deepti, charlando con las abogadas Sushma Gautam (izquierda) y Meera Dhungana (centro), del Foro de Mujeres, Legislación y Desarrollo, la organización que le ayudó a obtener el reconocimiento de la ciudadanía de sus dos hijas.

Los cinco años que duró la batalla exigieron determinación, paciencia y tesón. La espera implicó pasar días u horas en diversas oficinas gubernamentales, entrevistarse con una serie de funcionarios, asistir a audiencias, presentar solicitudes y recursos, participar en reuniones y protestas. En ocasiones, la respuesta simplemente era: “vuelvan mañana”. Deepti renunció a su empleo en el sector turístico para enfocarse de lleno en la defensa del derecho a una nacionalidad.

En 2017, su determinación rindió frutos: Neha y Nikita obtuvieron la ciudadanía gracias a una orden judicial. “Llamé a mis hijas cuando recibimos el fallo de la Suprema Corte. Aunque estábamos en lugares distintos, las tres empezamos a saltar, a gritar y a llorar”, compartió Deepti.

Una lucha colectiva

En Nepal es común que haya personas que no cuentan con la ciudadanía, sea por discriminación por razones de género (una realidad contra la que Deepti ha estado luchando), o bien porque muchas de ellas no conocen sus derechos y nunca han solicitado la ciudadanía o no saben cómo hacerlo.

Diwakar, el esposo de Deepti, es un ejemplo de ello. Su padre murió cuando él era todavía un niño. Más tarde, cuando su madre solicitó el reconocimiento de la ciudadanía de sus hijos, las autoridades la desestimaron. Deepti tomó el caso, junto con el de su cuñado y su sobrino. Llegó un punto en el que ella descubrió que “¡estaba defendiendo a cinco personas de mi familia!”. Diwakar logró obtener la ciudadanía hace cinco años (a los 45 años de edad); luego de ello, durante semanas durmió con los documentos de identidad debajo de la almohada.

Gracias a Deepti, que con asombrosa paciencia ha sorteado los obstáculos burocráticos, un gran número de personas que no contaban con documentos de identidad han obtenido la ciudadanía; entre ellas, Sangita Karki (26 años), colega de Deepti en la Red de Personas Afectadas por la Ley de Nacionalidad.

“Traté de obtener la ciudadanía durante nueve años... Todos mis intentos fallaron, hasta que conocí a Deepti”, señaló Sangita, quien creció en un orfanato y comparó la vida sin la ciudadanía con padecer una enfermedad sin recibir tratamiento. En contraste con otras personas que trataron de ayudar a Sangita con el correr de los años, “Deepti nunca se detuvo; pasaban los días, y ella se rehusaba a darse por vencida”.

Aunque se han ido acumulando las victorias, aún hace falta lograr que se materialicen diversos cambios constitucionales. Con la constitución de 2015, que es la más reciente, Nepal permitió por primera vez que las mujeres transfieran la nacionalidad a su descendencia; sin embargo, solo pueden hacerlo en casos específicos, sea por medio de la naturalización (si el padre es extranjero), o bien si se determina que “se desconoce” quién es el padre.

En estrecha colaboración con el Foro de Mujeres, Legislación y Desarrollo y con una amplia red de organizaciones en Nepal, Deepti ha estado abogando por una reforma constitucional que garantice que las madres puedan transmitir la ciudadanía del mismo modo en que lo hacen los padres. “Debemos ganar esta lucha por la igualdad; no hay alternativa”, aseveró Deepti.

Un horizonte de igualdad

Deepti vive en Godawari, junto con Diwakar y Nikita, que tiene 24 años. Godawari es un lugar tranquilo a las afueras de la capital de Nepal, muy cerca de las escarpadas y boscosas colinas que rodean el gran valle de Kathmandu. La familia de Deepti es un ejemplo de las oportunidades que se tienen cuando se cuenta con una identidad legal.

Un grupo de personas se abraza efusivamente

Luego de haber compartido que fue seleccionada como ganadora regional del Premio Nansen para los Refugiados de 2024 para Asia, Deepti Gurung abraza a sus colegas en la oficina de su organización en Kathmandu.

Dado que ya goza de la ciudadanía, Diwakar se matriculó en un posgrado en enseñanza de la lengua inglesa; Neha, por su parte, ganó una beca Fulbright para estudiar Derecho en Estados Unidos; y Nikita está por concluir sus estudios de grado en administración de empresas. En 2023, pasaporte en mano, la familia viajó al extranjero para vacacionar: visitaron Tailandia, donde vieron el mar por primera vez. Con la mirada puesta en la inmensidad del océano, Deepti pensó: “Así es como se siente la libertad”.

La persistencia con la que Deepti ha tratado de abrir las puertas de la ciudadanía ha permitido que su familia – y las personas a las que ha ayudado – conozcan un mundo igualitario y repleto de oportunidades.

“Debemos ganar esta lucha por la igualdad; no hay alternativa”.

Deepti Gurung